Voces del Gurugú

Un joven migrante bebe agua en el monte, al fondo la ciudad autónoma de Melilla. / Anna Surinyach MSF

Hoy quiero compartir con todos vosotros este reportaje de Médicos Sin Fronteras, esta organización es de las pocas que trabaja en el Gurugú atendiendo a los migrantes que intentan llegar al enclave español de Melilla. En mi visita al Gurugú tope con ellos que subían a atender a los jóvenes subsaharianos que habían intentado saltar la valla días antes:

Llegan sin aliento y empapados, el sudor confundido con la lluvia, derrotados. Han corrido monte Gurugú arriba bajo el aguacero, algunos cojeando, embarrados regresan a casa, bajo los árboles, después de una nueva intentona infructuosa de saltar la valla de Melilla. En la vecina Nador, en el Gurugú, un monte amable de pinos y bosque bajo, habitan en campamentos improvisados varios centenares de migrantes subsaharianos, a la espera de la ocasión para entrar a Europa. Encajonados en el país alauí, sin poder avanzar y sin poder regresar a sus países, denuncian el acoso constante de las fuerzas de seguridad marroquíes, la violencia que emplean para impedirles saltar la valla -que hacen extensible a la Guardia Civil-, las deportaciones a la frontera con Argelia y la imposibilidad de trabajar en Marruecos, un país que se ha convertido en un callejón sin salida, el destino forzado de hombres y mujeres africanos que miran a Europa porque tiene que haber algo mejor que lo que dejan atrás. Y que lo que viven ahora.

“Hemos estado toda la noche esperando, toda la noche nos ha llovido, al lado de la valla, esperando la ocasión, pero no ha sido hasta la mañana que ha surgido. No ha sido posible, no ha pasado nadie”. Mussa tiembla en el frío de noviembre. “Éramos más de cien. A mí los militares me han dado con una piedra en la cabeza. En la valla se han quedado unos veinte, con los pies atrapados en el alambre de espino, los hemos tenido que dejar, les estaban pegando”. Tiene 25 años, es de Malí y llegó a Marruecos hace un año. Esta ha sido su segunda intentona.

Son todo hombres jóvenes, la mayoría de países de África Occidental que aseguran haber salido de sus países por falta de recursos económicos, por la inexistencia de trabajos, por la corrupción, porque son responsables de familiares, hermanos, madres que han dejado atrás, malviviendo. “No he podido enviar nada a mi madre, a mi tres hermanos pequeños desde que he llegado aquí”, se lamenta Mussa. Asegura que seguirá intentado pasar a través de la valla. El Estrecho le da miedo. Se hizo al mar en una barca de recreo, “de las que hinchas soplando”, que compró a duras penas con unos cinco compañeros. Dos de ellos se ahogaron.

Algunos, más habituados, con más intentos a la espalda y más cicatrices, incluso ven con normalidad el papel de las fuerzas de seguridad: “cada uno tiene su trabajo y el de los militares marroquíes es que no crucemos. El de la Guardia Civil, que no entremos. Te empujan y cuando te atrapan, -y no acuso a nadie, es la voluntad de Dios-, pues ya se sabe, son militares. Cuando se acaba la intentona, hay gente con brazos o piernas rotos. Si consigues, entrar en las vallas, entonces es el turno de la Guardia Civil”. Se hace llamar Jack Bauer, como el protagonista de la serie 24 y habla con experiencia: 10 intentonas.

“Las condiciones de vida aquí nos empujan a la valla. Dormimos en el suelo, comemos frutos, lo que conseguimos en la basura, tenemos que pedir”, denuncia Mussa. En el monte, buscan enclaves estratégicos para asentarse, agrupados por países de procedencia, por lenguas comunes. En invierno hacen fogatas, para calentar agua y hervir algo de té, para mezclar con harina y conseguir algo de calor. Duermen enfundados en plásticos para protegerse de la humedad.

El campamento de Abdou está alejado de la carretera, a unos veinte minutos de terreno escarpado, donde un repecho hace algo de cueva. La policía no llega allí tan fácil, “aunque también llega”. Abdou llegó hace dos meses al Gurugú, hace un año que salió de Ghana. Tiene 21 años y le gustaría llegar a algún país europeo donde pudiera acabar sus estudios para ser profesor, “es mi única oportunidad, no puedo volver a mi país”. Sus compañeros bajan al mercado de Nador a mendigar. El lo hace poco, “no me gusta como me hace sentir por dentro, y a veces te insultan, así que buscamos comida en la basura. Cuando no mendigo, a cambio me encargo de subir hasta la montaña lo que encontramos, lo que podemos comprar, arroz, si juntamos algunos dirhams”. Abdou tiene mucho miedo a la policía “y es por eso, porque les tengo tanto miedo, que no me han cogido”.

Los migrantes se quejan de no poder trabajar en Marruecos y de que si alguna vez alguien los contrata, los estafan. Cobran 20 dirhams al día (2 euros), “o no nos pagan y entonces nos amenazan con denunciarnos a la policía”, lamenta Mussa. También son con frecuencia objetivos de criminales y bandidos: no pueden acudir a la policía, no pueden denunciar, “los ladrones vienen con cuchillos y te roban, te dicen que les des la comida, el dinero, el móvil. Si no, te hacen daño”, corrobora Abdou.

Son pocos los que quieren dar su nombre real, los que quieren enseñar su cara a la cámara. Hay miedo. Se quejan de que el acoso policial, las redadas en el monte, se están haciendo cada vez más rutinarias, los arrestos y las deportaciones, por lo tanto, también.

Abdou cuenta que cinco de sus compañeros fueron arrestados el día anterior en el mercado y deportados a la frontera. Los deportan en grupos de veinte o treinta, explica. Una vez allí, se les obliga a dirigirse hacia Argelia, a abandonar Marruecos. Los soldados argelinos por su lado, les impedirán pasar, disparando al aire. Volverán a Marruecos. De la frontera tardarán entre cuatro y seis horas -si conocen el camino- en llegar a Oujda, posiblemente la primera ciudad con la que se encontraron cuando llegaron por primera vez a Marruecos, y de ahí unos dos días de regreso a Nador. El ciclo completado, volver a empezar y seguir intentando.

Muy lejos del CETI

Inmigrantes del CETI de Melilla. / S.R

Rodeado de cientos de turistas que miran a la inmensa ciudad de Paris en las escalinatas de de la Iglesia del Sagrado Corazón en Montmartre se encuentra Bereber.

Este hombre de origen argelino de unos cuarenta años de edad contempla entre la muchedumbre el atardecer parisino entre cervezas y cigarrillos de hachís. Su calma lo revela, pero la palabra Melilla le tuerce la mirada hacia mí.

Apenas nos conocemos pero Bereber es uno de los pocos argelinos que han conseguido su sueño de llegar a Francia tras pasar nueve meses en el Centro de Estancia Temporal para Extranjeros (CETI) de Melilla. “Melilla es una cárcel, la valla con Marruecos lo corrobora” comenta el argelino mientras cantautores parisinos tocan sus maquetas.

Este hombre de manos secas trabaja de pintor en París y le costó más de cuatro años. Salió de Orán con destino Melilla hace unos años para conseguir su sueño europeo, en Marruecos compró un documento falso que le permitió pasar por la frontera de Beni Enzar a pie, pero se quedó atrapado en la ciudad autónoma.

Tras meses de lucha logró un pase para ir a la península, Bereber tiene la tarjeta de solicitante de asilo y fue trasladado hacia el Centro de Acogida de Refugiados de Sevilla donde pasó seis meses hasta que fue rechazado su asilo. “Cuando llegué a Sevilla y Andalucía me sentí tan feliz” apostilla.

Una vez fue cumplido su estancia en el Centro de Acogida inició varios trabajos en diferentes zonas del norte de España y el sur de Francia, su objetivo era Paris. Lo conquistó hace tan solo tres meses y ahora solo espera lograr sus objetivos en esta ciudad.

Denuncian las política de cierre de fronteras en Melilla

Vista de la alambrada de Melilla cerca de la ciudad fronteriza de Farhana. / S.R

Organizaciones civiles e internacionales, miembros de la red euro africana Migreurop, han rechazado públicamente la actuación policial en referencia a los saltos masivos producidos en las últimas semanas en la alambrada de Melilla.

Además, en un comunicado llaman la atención sobre la responsabilidad del gobierno español en esta situación. “Las personas migrantes que vienen protagonizando estos acontecimientos se ven abocadas a esta dramática situación ante la completa imposibilidad de acceder a territorio español por cualquier vía legal”. Y es que el Gobierno español ha establecido la necesidad de visado a todos los nacionales que provengan de cualquier país africano, y la inmensa mayoría de solicitudes de visado son denegadas.

Según el comunicado de Migreurop la política de cierre de fronteras es un “fracaso” ya que los flujos migratorios es un proceso natural de la historia del hombre. “Siguen y seguirán llegando más migrantes porque se les cierra cualquier otra puerta”.

Estos aseguran que se violan sistemáticamente los derechos de los mgirantes por parte de las autoridades y cuerpos policiales marroquíes, que no sólo cometen con ellos todo tipo de abusos sino que, en muchos casos, son arrojados al desierto en la frontera marroquí quedando expuestos a todo tipo de penurias, a merced de delincuentes y con riesgo de perecer. El gobierno español es cómplice de esta situación cuando impide el acceso de estas personas a nuestro país y cuando las entrega a Marruecos, como ocurrió recientemente en la isla Tierra, o como ocurre constantemente en las puertas de la valla melillense por parte de la Guardia Civil, según denuncia asociaciones de migrantes.

Por su perte, la delegación del Gobierno en Melilla y la Secretaría de Estado de Seguridad, conjuntamente con la Dirección General de la Guardia Civil, acordaron reforzar la plantilla de la Benemérita en Melilla con tres Módulos de Intervención Rápida (MIR) de los Grupos de Reserva y Seguridad de la Guardia Civil. En total, 63 guardias civiles, repartidos en tres grupos de 18 agentes y tres mandos por cada MIR.

Tensa espera en el Gurugú

Varios de los subsaharianos que consiguieron llegar a Melilla durante el salto del pasado martes.

En la actualidad 19 millones de personas esperan en sus países emigrar a otros lugares del mundo según datos de la OCDE. En el monte Gurugú, en la provincia de Nador (Marruecos), unas 200 personas de origen subsaharianos quieren saltar a Europa, según datos de los propios inmigrantes, un millar según la delegación del Gobierno en Melilla.

Estos chicos, que viven en campamentos fabricados con plásticos y basura, sobreviven gracias a la caridad de los vecinos y se alimentan de hojas y monos de barbería, especie similar a los de Gibraltar. Su objetivo es claro, «saltar a Melilla». Desde el monte Gurugú visualizan constantemente el enclave español y vigilan los movimientos de las autoridades, tanto españolas como marroquíes. Ayer, las fuerzas de seguridad marroquíes lograron rechazar dos intentos de saltar la valla, el primero por la mañana y un segundo por la tarde.

La mayoría apenas supera los 20 años y vienen de diferentes nacionalidades. Actualmente están dispersos por el monte, pero el frío les volverá a agrupar para intentar cruzar la alambrada con el sueño de llegar a Europa. Las autoridades españolas aseguran que lo intentarán de nuevo y los chicos subsaharianos del Gurugú lo confirman.

Kiri tiene 19 años y viene del Chad, país donde perdió a sus padres y del que decidió partir en busca de su sueño de trabajar de peluquero en Europa. El joven chadiano saltó la valla el pasado martes, y asegura ser un afortunado por llegar a Melilla donde ahora está acogido en el Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI).

PUEDES CONTIUAR LEYENDO ESTE REPORTAJE EN LAS CABECERAS DEL GRUPO JOLY

Unos treinta heridos en el Gurugú tras el salto…

Especialistas de MSF atienden a varios subsaharianos. / MSF

MSF, tras recabar testimonios de migrantes en la zona, cifra en como mínimo una treintena los heridos en los intentos de saltar la valla de Melilla de principios de semana. Los migrantes acusan en sus testimonios a las fuerzas de seguridad marroquí de ser la responsable de sus heridas.

“Los heridos presentan traumatismos diversos en cráneo, tórax, brazos y piernas, fracturas de manos y dientes, así como contusiones y cortes en cabeza, cara y pies. De acuerdo con los pacientes, las heridas habrían sido provocadas por las fuerzas de seguridad marroquíes”, explica David Cantero, coordinador general de MSF en Marruecos. Los equipos de MSF siguen la evolución de los quince ingresados en el hospital público El Hassani de Nador y sufragan la medicación necesaria para su recuperación.

Según testimonios de los migrantes atendidos esta semana por los equipos móviles de MSF en la zona, los heridos serían como mínimo una treintena, agredidos por las fuerzas del orden marroquíes tras intentar saltar la valla fronteriza. Entre los heridos se encontrarían, además, menores. De acuerdo con estos testimonios, algunos de los que consiguen cruzar la frontera son devueltos por la Guardia Civil a manos de las fuerzas del orden marroquí.

Asimismo, los migrantes han informado a miembros de MSF que un grupo de los detenidos por las fuerzas del orden marroquí en los últimos días, -entre los cuales habría heridos-, habría sido recientemente deportado hacia la frontera con Argelia.

MSF, cuyos equipos móviles están en alerta desde el inicio del verano, reitera su preocupación por el incremento de la violencia ejercida contra los migrantes en los últimos meses, así como la necesidad de que un mayor número de ONG se implique en la zona y les asistan y protejan.

Un millar de migrantes esperan en Marruecos llegar a…

Un carro de combate controla la zona fronteriza de Mariguari en Melilla. / S.Rodrigo

El delegado de gobierno en Melilla, Abdelmalik El Barkani, aseguró que al menos mil subsaharianos esperan al otro lado de la alambrada de la ciudad autónoma su turno para saltarla en los próximos días.

El Barkani mostró ante la prensa su naturalidad ante el fenómeno de las migraciones, algo que dijo suele ocurrir en estas fechas ante de la llegada del invierno, donde las temperaturas bajan mucho en el monte Guruguru, enclave de los campamentos de migrantes subsaharianos, y motivo de los saltos.

El delegado solicitó también la colaboración de la Unión Europea, en un “problema” que según el portavoz no lo tiene solo Melilla sino el conjunto de los países miembros de la organización supranacional.

España despliega varios carros de combate en la zona fronteriza

Además, desde el gobierno se aseguró el incremento de refuerzos en la frontera, en rueda de prensa Abdelmalik El Barkani anunció así la llegada inminente desde Málaga de un tercer grupo de la Reserva de la Guardia Civil, los GRS, que se unirá a los dos que ya están en la ciudad española y conforman en total un grupo de sesenta miembros adicionales a las agentes del Instituto Armado con los que ya cuenta la 2006 Comandancia.

También, el área fronteriza entre el paso del Barrio Chino y Mariguari se han desplegado militares donde diferentes fuentes presenciales han contabilizado unos tres tanques del ejercito que rondan la zona con el objetivo de disuadir nuevos saltos.

El representante gubernamental también comunicó el regreso del helicóptero que sobrevuela los diez kilómetros de perímetro fronterizo, que sirve de disuasión a posibles intentos y avisa de los movimientos de los inmigrantes al otro lado de la alambrada.

Unos 300 subsaharianos intentan saltar la valla de Melilla…

Unos 300 ciudadanos de origen subsahariano intentaron saltar ayer a plena luz del día, 15:00 hora local, la valla de Melilla en una segunda avalancha en dos días en la frontera que separa la ciudad autónoma y Marruecos. Según la Subdelegación del Gobierno 100 de estos migrantes lograron cruzar la alambrada ayer a la altura de Rio de Oro, y otros veinte el lunes.

Durante el salto masivo de ayer dos agentes de la guardia civil resultaron lesionados, uno de ellos, con un esguince en la rodilla y, el otro, con una contusión en la mano izquierda. Por otro lado, cuatro migrantes fueron asistidos por contusiones leves.

Además, el salto masivo provocó la ruptura en 40 metros de la parte superior de la valla,que mide seis metros de altura, y que según la jefa de prensa de subdelegación es “uno de los puntos con menos dificultades de la valla”, y es que en esta zona de la alambrada no cuenta con la doble valla que separa a la ciudad con Marruecos.

Subdelegación de Gobierno calificó este segundo asalto masivo como de “invasión en toda regla”, y aseguró que los migrantes se han enfrentado con actitud prepotente y agresiva a las fuerzas de seguridad.

Ante el alto número de subsaharianos los agentes activaron un dispositivo de seguridad que se percibió en las calles melillenses al multiplicarse su presencia, además el helicóptero de la Policía Nacional peinó durante toda la tarde los dos 12 kilómetros cuadrados del enclave español en el norte de África