Una familia malí

Varios trabajadores de la aceituna en la casa de su patrón junto a la chimenea tras un día de recolección. / Sergio Rodrigo
Varios trabajadores de la aceituna en la casa de su patrón junto a la chimenea tras un día de recolección. / Sergio Rodrigo

«Antes no trabajábamos en el campo, en Malí trabajaba en un hotel, podría vivir allí pero tengo hijos y mujer, quiero darles lo mejor», así justifica su estancia en España Keita, un inmigrante malí que llegó hace casi diez años a la provincia de Jaén, donde comenzó a trabajar con un patrón del pueblo y sus familiares que también tienen terrenos.

Los olivareros de la zona dicen que hace diez años nadie quería trabajar y eran los «morenos», así conocen a los subsaharianos en el pueblo, los que comenzaron a recolectar la aceituna. Keita fue uno de los primeros que llegó al pueblo a trabajar en esta cosecha y tras la campaña se quedó realizando otras labores anuales en los olivares.

Ganó la confianza de su patrón, que lo trata como un hijo y «Es él quién nos lleva a su casa», comenta. Viven en la vivienda del difunto padre de su patrón, unos siete se han instalado y la mayoría han llegado gracias a él. «Este es mi primo, y este mi hermano», señala Keita emocionado junto a su patrón, él les entregó los contratos para que estos pudieran llegar a Jaén sin tener que tomar las medidas arriesgadas de muchos compatriotas.

Y es que en esta casa no solo viven ellos. Hay muchos amigos y paisanos que vienen tras la larga jornada en el campo a pasar un rato junto a sus amigos, muchos viven en otras casas de patrones, pero algunos duermen en las calles.

Mañana no hay campo, ha llovido y el terreno está húmedo, por lo que la noche será larga. Hace frío en la calle y uno de ellos ha cocinado arroz. Otros preparan el fuego para estar calientes durante la noche, un compañero ha traído películas de Malí por lo que la familia estará hoy entretenida.

A esta casa han llegado en pateras, balsas de plástico, cayucos, aviones, saltos fronterizos e incluso debajo de un camión. Pero nadie habla de eso, las penas se pasaron en el camino, ahora solo piensan en trabajar.

Muchos ganan sobre 50 euros al día, descontando los impuestos, una cantidad insólita para sus familiares que siguen en Malí. Allí un sueldo mensual no llega a esa cifra, por lo que dos días de trabajo simbolizan mucha cantidad para sus familiares.

Este es el único impulso que levanta cada mañana a estos temporeros de la aceituna, que han llegado a Jaén a recolectar el aceite que luego se repartirá por el mundo y ha sido calificado como uno de los mejores.

Esta familia lamenta que la situación de crisis haya afectado tanto a los españoles, pero no justifica las críticas hacia ellos ya que no creen que roben ningún trabajo a nadie, es más están convencidos de que llegaron a hacer un trabajo que nadie hacía y tras diez años están más que cualificados.

Reportaje publicado en los periódicos del Grupo Joly

Los refugiados malienses podrán participar en las elecciones

Refugiados malienses en Níger. / ONU Photo
Refugiados malienses en Níger. / ONU Photo

Más de 174.000 malienses refugiados en países vecinos podrán participar en las elecciones presidenciales que celebrará su país el 28 de julio con asistencia de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).

El gobierno de Mali mantiene consultas con los países que han acogido a los refugiados para definir el procedimiento para que esas personas puedan ejercer su voto.

Según datos del ACNUR, más de 50.000 malienses se han refugiado en Burkina Faso, 74.000 en Mauritania y 50.000 en Níger.

El portavoz en Ginebra de ese organismo, Adrian Edwards, indicó que ACNUR trabajará con los países de acogida para garantizar que el proceso sea voluntario, libre, justo y seguro.

“ACNUR apoya la participación voluntaria de los refugiados en estas elecciones, aunque nuestro papel será estrictamente humanitario y no político. En conjunto con los países anfitriones y los refugiados, facilitaremos espacios para el diálogo sobre el proceso electoral y para el registro de los votantes”, explicó Edwards.

3.250 millones de euros para el desarrollo de la…

Refugiados malienses. / UN-Photo
Refugiados malienses. / UN-Photo
La comunidad internacional de donantes se comprometió a aportar 3.250 millones de euros para el plan de desarrollo y la transición política de Mali.

El anuncio fue hecho al concluir ayer en Bruselas una conferencia organizada por los gobiernos de Francia y de Mali, que contó con una amplia representación de los Estados miembros de la Unión Europea.

Los fondos contribuirán al plan de recuperación sostenible de ese país del Sahel, que tiene como objetivo restaurar su integridad territorial y promover la paz, la seguridad y la reconciliación.

La administradora adjunta del Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD), Rebeca Grynspan, advirtió que la crisis en Mali va más allá de poner fin a las amenazas de seguridad y agregó que será necesario afrontar profundos y arraigados problemas políticos, sociales y de desarrollo.

Mali, uno de los países más pobres del mundo, se ha visto golpeado en los últimos meses por una compleja crisis política y un conflicto armado que han empeorado las ya de por sí difíciles condiciones de vida de su población.

El Gobierno de España viene apoyando en el ámbito de la UE el desembolso de un importante paquete de ayuda en Mali pero en referencia al compromiso bilateral, el ministro García-Margallo ha anunciado el desembolso de 17,5 millones de euros en 2013.

70.000 refugiados malienses atrapados en el desierto de Mauritania

Refugiada maliense en el campo de Mbera, Mauritania © Nyani Quarmyne
Refugiada maliense en el campo de Mbera, Mauritania © Nyani Quarmyne

Un informe elaborado por MSF bajo el título “Atrapados en el desierto” describe la situación de los refugiados, cuyas esperanzas de volver a casa son exiguas a causa de las tensiones étnicas en el norte de Malí.

Basado en los testimonies de más de cien refugiados en el campo de Mbera, el estudio examina las razones de la huida de los refugiados y revela la complejidad de la crisis en Malí. El conflicto podría durar meses o años, pero los refugiados se enfrentan a un futuro de aislamiento en medio del desierto y de dependencia de la ayuda humanitaria externa.

“Comunidades enteras del norte de Malí se hallan desplazadas dentro de su propio país o se han refugiado en otros países”, dice Henry Gray, coordinador de emergencias de MSF, quien añade: “Muchos de los refugiados son de comunidades tuareg o árabes. Han huido de forma preventiva, a menudo por miedo a la violencia por sus lazos con grupos separatistas o islamistas. En su lugar de origen, el norte de Malí, aún se vive bajo el miedo y la desconfianza”.

MSF hace un llamamiento para que las organizaciones de ayuda humanitaria se esfuercen por atender sus necesidades básicas

MSF trabaja en Mauritania desde la llegada de los primeros refugiados, a principios de 2012, y ha advertido en varias ocasiones de los alarmantes efectos en la salud e los refugiados de las condiciones de vida en el campo de Mbera. En noviembre de 2012, MSF elaboró una encuesta que reveló una situación nutricional crítica y unas tasas de mortalidad por encima de los umbrales de emergencia para los niños de menos de dos años.

La situación médica ha empeorado aún más con la llegada de 15.000 refugiados tras el inicio de la intervención militar francesa y maliense en enero de 2013. El número de consultas en las clínicas de MSF en el campo de Mbera han pasado de 1.500 a 2.500 por semana. El número de niños que sufren desnutrición severa se ha más que doblado: los niños con malnutrición severa bajo tratamiento han pasado de 42 a 106. El 85 por ciento de ellos han llegado al campo entre enero y febrero. Todo ello pese a que el estado nutricional de los nuevos refugiados acostumbra a ser bueno a su llegada al campo.

“Las estadísticas muestran que los refugiados han visto cómo se empeoraba su situación en el campo, precisamente el lugar donde deberían haber recibido asistencia, incluidas raciones de alimentos de organizaciones de ayuda”, destaca Gray.

MSF tiene programas humanitarios y médicos en las regiones malienses de Mopti, Gao, Sikasso y Tumbuctú, así como en los campos de refugiados en Burkina Faso, Mauritania y Níger. En Mauritania, MSF da apoyo a cuatro centros de atención primaria en el campo de Mbera y en el puesto fronterizo de Fassala, y tiene un quirófano en la localidad de Bassikounou. Desde febrero de 2012, los equipos de MSF han efectuado 85.000 consultas, atendido 200 partos y tratado casi 1.000 niños con malnutrición severa.

España destina seis militares más en Malí

Soldados franceses rastrean una zona a las afueras de la ciudad de Gao. / Defense
Soldados franceses rastrean una zona a las afueras de la ciudad de Gao. / Defense

Estos seis oficiales llegaron al país africano el pasado viernes y en .los próximos días se incorporarán a sus destinos: cinco al Cuartel General de la Misión EUTM, en Bamako, y el otro al Centro de Adiestramiento de Koulikoro, donde se espera que a finales de mes comience la formación de las Fuerzas Armadas de Malí.

Con ellos son ya ocho los militares españoles desplegados en Malí, ya que un teniente coronel y un comandante se encuentran en la zona desde principios de febrero, como elemento avanzado de reconocimiento y enlace.

El Consejo de la Unión Europea decidió el pasado 17 de enero el establecimiento de una Misión de Adiestramiento en Mali (EUTM Mali) por un periodo de 15 meses. Esta misión tiene como pilares principales el asesoramiento a la cadena de mando maliense, que se desarrollará fundamentalmente en Bamako, y el adiestramiento de las Fuerzas Armadas de Mali en el Centro de Adiestramiento de Koulikoro a unos 60 km de Bamako.

Un total de 15 países de la UE y Noruega colaborarán en esta iniciativa aportando personal tanto en el Cuartel General de Bamako como en el Centro de Adiestramiento, ya sea proporcionando asesores, adiestradores o las capacidades logísticas y de seguridad necesarias para poder llevar a cabo la misión. El objetivo es proporcionar adiestramiento básico a cuatro Batallones de Infantería y especifico a, entre otras, unidades de operaciones especiales, medios ligeros acorazados, apoyo de fuego, ingenieros, inteligencia y logística.

ACNUR pide que se hagan esfuerzos de reconciliación en…

. Con la reanudación de los servicios de autobuses en el país, algunas personas han comenzado a regresar a sus hogares desde ciudades como Bamako. / ACNUR
. Con la reanudación de los servicios de autobuses en el país, algunas personas han comenzado a regresar a sus hogares desde ciudades como Bamako. / ACNUR

La Agencia de la ONU para los Refugiados declaró el viernes que casi dos meses después del comienzo de la intervención militar francesa en Malí, ACNUR sigue registrando grandes cifras de desplazados internos, mientras que en los países colindantes, el número de refugiados sigue siendo elevado y, en algunos casos, está aumentando.

«A pesar de las mejoras en cuanto a la situación de seguridad en algunas áreas, el miedo a regresar sigue siendo generalizado», dijo Adrian Edwards, portavoz de ACNUR.

De las aproximadamente 430.000 personas desplazadas desde principios de 2012 en Malí, según las cifras disponibles unas 260.665 personas siguen desplazadas dentro del país. La población de refugiados malienses en países vecinos se eleva a unas 170.000 personas, de las cuales más de 70.000 se encuentran en Mauritania, unas 47.200 en Burkina Faso, 50.000 en Níger y unas 1.500 en Argelia.

Según Adrian Edwards, el número de retornos espontáneos de desplazados internos sigue siendo bajo, a pesar de que los servicios de autobús entre la capital de Malí, Bamako, y la ciudad norteña de Gao se reanudaron la semana pasada. Asimismo, los barcos también están efectuando la ruta entre las ciudades de Mopti y Tombuctú.

Para los desplazados internos y los refugiados la inseguridad se mantiene como la principal preocupación. «La persistencia de los combates, atentados suicidas, ataques en represalia contra ciertas comunidades, la presencia de minas antipersona y de artefactos sin explotar en las regiones de Mopti, Gao y Tombuctú, son las razones que mencionan para no regresar de momento», añadió Adrian Edwards.

La falta de servicios básicos en el norte del país también es un factor. Con pocos colegios en funcionamiento y una ausencia de autoridades gubernamentales todavía en muchos pueblos y ciudades, muchas familias desplazadas prefieren esperar.

Para aquellos que están fuera de Malí, se añade la complicación de la composición étnica, ya que la mayoría de los refugiados son tuareg o árabes. El miedo a las represalias es generalizado, así como el miedo a la delincuencia o a que los yihadistas puedan estar presentes entre la comunidad.

Un reflejo de la situación es que, mientras el número de nuevos refugiados se ha reducido sustancialmente en comparación con las estadísticas de hace unas semanas, Malí sigue experimentando una salida continuada de refugiados, aunque en cifras más modestas. Durante el mes de febrero, el promedio de llegadas de malienses a Mauritania, principalmente procedentes de las regiones de Léré, Goundam, Gnoufonke y Tombuctú, era de más de 1.500 personas por semana. El número de refugiados en Burkina Faso y Níger se mantiene estable.

Para evitar que la crisis de desplazamiento en Malí se prolongue, ACNUR considera que es urgente trabajar por la reconciliación, así como realizar esfuerzos para combatir la impunidad, promover la convivencia pacífica entre las comunidades y ayudar a la estabilización y restauración de la seguridad a largo plazo. Actualmente ACNUR está planificando apoyar la reconciliación en las zonas de desplazamiento y retorno, así como en los campos de refugiados.

«Norte y el Sur tienen que poder confiar los unos en los otros, necesitamos una reconciliación» dijo Fama, una refugiada tuareg en Bamako, donde dice que siente que la observan con recelo. «Sólo queremos vivir en paz y tener un mejor acceso al desarrollo», añadió la mujer de 56 años.

Mientras tanto, algunos de los que han retornado a sus casas desde áreas urbanas como Bamako, o que están pensando en ello, dicen que vivir en las ciudades es demasiado costoso. «La vida es demasiado cara en Bamako, no podemos permitirnos quedarnos más tiempo aquí», explicaba Fatoumata, de 18 años, mientras esperaba para subirse al autobús que la llevará de vuelta a Gao.

«Aquí vivimos en condiciones muy precarias, con limitado acceso a la electricidad o al agua corriente. No podemos encontrar empleo», añadió la joven, que huyó a Bamako con su marido el pasado mes de abril y dio a luz a final de año.

El conflicto de Malí interrumpe el acceso a la…

Una niña limpia una pizarra de su escuela, en Bamako, la capital de Malí./ UNICEF
Una niña limpia una pizarra de su escuela, en Bamako, la capital de Malí./ UNICEF

La crisis en Malí ha interrumpido el acceso a la educación de unos 700.000 niños, y todavía hay 200.000 que no pueden ir a la escuela tanto en el norte como en el sur del país, según UNICEF y las autoridades educativas de Malí.

Desde enero de 2012, 115 escuelas del norte han cerrado, han sido destruidas o saqueadas e incluso algunas han sido contaminadas con municiones sin estallar. Muchos maestros no han podido regresar al norte, y las ya masificadas escuelas del sur no pueden hacer frente a la llegada masiva de estudiantes desplazados desde el norte.

«En Malí, el conflicto armado ha afectado a la educación de cientos de miles de niños, violando su derecho a la educación», ha dicho el Ministro de Educación, Moussa Bocar Diarra. «Para dar nuevas esperanzas a las personas afectadas por la crisis, se deben construir o rehabilitar cientos de escuelas, que tienen que ser equipadas con comedores escolares».

«Miles de profesores necesitarán formación. Necesitan materiales y libros de texto, como los relacionados con la cultura de paz y la tolerancia. Con un fuerte apoyo nacional e internacional podremos hacer frente a estos desafíos», agregó.

En el norte, sólo una de cada tres escuelas está abierta. En Kidal, todas las escuelas están cerradas, mientras que en Tombuctú el 5% ha vuelto a abrir. En Gao, sólo el 28% de los maestros han vuelto al trabajo.

Desde diciembre de 2012, UNICEF ha formado a 1.190 maestros de Malí para que puedan proporcionar apoyo psicosocial y advertir a los niños sobre el peligro de las minas. Más de 16.000 niños afectados por el conflicto han recibido materiales educativos en todo el país.

«Cuando un maestro tiene miedo de enseñar y cuando un estudiante tiene miedo de ir a la escuela, la educación en su conjunto está en riesgo», ha dicho Françoise Ackermans, Representante de UNICEF en Malí.