Miles de personas sobreviven el campo de refugiados de Calais, al norte de Francia, conocido como «La Jungla», es uno de los mayores asentamientos de Europa donde según las autoridades y activistas residen sobre los 6.000 migrantes provocado por el cierre de fronteras y la ausencia de políticas de acogida en Europa.
En su mayoría son personas procedentes de países de Medio Oriente que huyen de la violencia y permanecen en este lugar en condiciones infrahumanas a la espera de que se abran las fronteras para poder llegar al Reino Unido. En su mayoría son hombres, pero también hay mujeres y menores que están sujetos a redes de trata y algunos «pasadores» que les ofrecen ir a Inglaterra pagando altas cantidades.
La situación constituye una fragante violación de los derechos humanos , en concreto al artículo 13, ya que el campo acaba siendo la vivienda de muchos, llegando a superar el año de estancia sin protección internacional. Los refugiados soportan condiciones infrahumanas sin agua potable, alimentos o abrigos ante las temperaturas que rozan los bajo cero., y aunque estos han sabido organizarse la situación precaria y la presión policial frenan el flujo migratorio. Según datos oficiales, varios decenas de migrantes perdieron la vida en 2015 tratando de cruzar el canal de la Mancha.
En el año 2015, más de un millón de refugiados han llegado a territorio de la Unión Europea huyendo de los conflictos en Siria, Irak o Afganistán, al mismo tiempo han aumentado las llegadas de refugiados del África Subsahariana y Centro América. El refugio parece ir convirtiéndose poco a poco en la única opción viable para acceder a Europa. Un fenómeno en la que los dirigentes de la Unión Europea han recrudecido la política fronteriza dejando de lado a miles de personas que buscan una vida digna.
Por ese motivo y para seguir trabajando en la defensa de los Derechos Humanos y el derecho internacional, Andalucía Acoge ha presentado el Calendario Solidario 2016 #WelcomeRefugees, que cuenta con las fotografías realizadas por los periodistas de EntreFronteras que han recorrido los principales escenarios de las migraciones en la Frontera Sur de Europa, desde las costas andaluzas, hasta las islas de Lesbos o Lampedusa así como la ruta de los Balcanes. Además, el calendario ha contado con la participación de la agencia creativa Buen Rollo, que ha diseñado los meses del proyecto solidario.
Los fondos recogidos se destinarán a financiar los programas de sensibilización y atención a las personas inmigrantes y refugiadas que desarrolla la Federación Andalucía Acoge.
El nuevo informe anual de ACNUR “Tendencias Globales” muestra un fuerte aumento en el número de personas que se han visto forzadas a huir de sus hogares. En concreto, a finales de 2014, un total de 59,5 millones de personas se han convertido en desplazadas forzosas, en comparación con 51,2 millones del año anterior. Tan durante el pasado año, unos 13,9 millones de personas se convirtieron en nuevos desplazados – cuatro veces más que en 2010. En todo el mundo hubo 19,5 millones de refugiados, 38,2 millones de desplazados internos y 1,8 millones de personas a la espera de la resolución de sus solicitudes de asilo.
En 2014, cada día una media de 42.500 personas se convirtieron en refugiadas, solicitantes de asilo o desplazadas internas, lo que supone que la cifra se ha cuadruplicado en sólo cuatro años. A nivel global, una de cada 122 personas es ahora refugiada, desplazada interna o solicitante de asilo. Si todas estas personas formaran un solo país, éste sería el 24º Estado con más población del mundo.
“Somos testigos de un cambio de paradigma, de una marcha descontrolada hacia una era en la cual tanto la escala de desplazamiento forzado como la respuesta que se necesita han alcanzado unos niveles que eclipsan claramente todo lo que hemos visto antes”, declaró el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, António Guterres. “Es terrible que, por un lado, cada vez haya más impunidad para aquellos que provocan los conflictos y que, por otro, la comunidad internacional parezca totalmente incapaz de trabajar de manera conjunta para poner fin a las guerras y para construir y preservar la paz”.
El informe de ACNUR indica que, en todas las regiones, el número de refugiados y desplazados internos está aumentando. En los últimos cinco años, han estallado o se han reactivado al menos 15 conflictos: ocho en África (Costa de Marfil, República Centroafricana, Libia, Malí, noreste de Nigeria, Sudán del Sur y, este año, Burundi); tres en Oriente Medio (Siria, Irak y Yemen); uno en Europa (Ucrania) y tres en Asia (Kirguistán, así como varias regiones de Myanmar y Pakistán). Pocas de estas crisis se han resuelto y la mayoría de ellas continúan produciendo nuevos desplazamientos. En 2014, sólo 126.800 refugiados pudieron regresar a sus países de origen, la cifra más baja registrada en los últimos 31 años.
“Debido a la grave escasez de fondos y a las grandes lagunas en el régimen global de protección de las víctimas de guerra, las personas que necesitan ayuda y refugio están siendo abandonadas”, declaró António Guterres. “En esta era de desplazamiento masivo sin precedentes, necesitamos una respuesta humanitaria sin precedentes también y un compromiso global renovado hacia la tolerancia y la protección de las personas que huyen de los conflictos y la persecución”.
Siria es el país que a nivel mundial ha generado el mayor número tanto de desplazados internos (7,6 millones), como de refugiados (3,88 millones al final de 2014). Afganistán (2,59 millones) y Somalia (1,1 millones) son los siguientes países que generan más refugiados.
Toca tierra, y lo hace tras horas en el estrecho de Gibraltar flotando sobre una balsa de juguete. Era su última opción. Salvamento los avistó tras la llamada de una cooperante, venía con nueve compañeros más. Todos fueron detenidos, inclusive Zamut.
Tras tocar tierra Cruz Roja le ofrece apoyo sanitario, y en su sede de Tarifa relata a este corresponsal un viaje que partió de los disturbios. Zamut viene de Guinea Bissau, una antigua colonia portuguesa fronteriza con Senegal. Allí cuando apenas era un menor vivió los disturbios de Bissau.
Era un 2 de marzo cuando el presidente de Guinea Bissau, Joao Bernardo Nino Vieira, fue asesinado por efectivos militares en su residencia de la capital del país. Un magnicidio cargado de venganza en represalia por la muerte un día antes del máximo responsable del Ejército, el general Batista Tagmé Na Wai, que sufrió un atentado al que responsabilizaron a Nino.
Zamut relata que tras el atentado, el caos se apoderó de la capital, una violencia que casi le cuesta la vida. “A mí y unos amigos nos capturaron, estuvimos retenidos” relata mientras muestra la fotografía de Nino Vieira en la morgue. “Algunos de mis amigos les cortaron la cabeza, yo logré escapar”, apunta este refugiado quién añade que su única opción fue salir Europa.
Cruzó hacia Senegal, Mauritania, Sahara Occidental hasta llegar al norte de Marruecos, un viaje de casi cinco años que le dieron la madurez. Pero al llegar a tierra los mecanismos fallaron.
Cruz Roja Internacional en Tarifa ofrece asistencia sanitaria, vestimenta y primeros auxilios, su personal no tiene tiempo ni para detectar posibles casos de protección internacional, en la puerta los esperan la Guardia Civil que tras hacerle rellenar una documentación los introduce en un autobús para ponerlos a disposición del Cuerpo Nacional de Policía. Un proceso de apenas una hora.
Este joven guineano es un perfil claro de un posible caso de solicitud de protección intencional, pero nadie lo detectó. Los mecanismos fallaron, lo hacen constantemente. Ni la ACNUR ni abogados pasan por la sede de Cruz Roja en Tarifa a detectar posible refugiados, a España tampoco le interesa.
Es cierto que los expertos en materia de asilo resaltan que los refugiados llegados por el estrecho no suelen solicitar asilo en España, es un proceso lento, sin garantías y en la mayoría de los casos suelen ser rechazados. Sus destinos generalmente son otros países de la Unión Europea. Zamut por su pasado colonia su objetivo es Portugal, allí espera rehacer su vida tras la violencia, pero su futuro es incierto.
«LA FALTA DE COORDINACIÓN EN LA ATENCIÓN A LAS LLEGADA DE PATERAS EN EL ESTRECHO OBVIA LAS SOLICITUDES DE ASILO DE MUCHOS MIGRANTES»
Reitero. Los mecanismos fallaron, y Zamurt fue puesto a disposición judicial, más tarde enviado a un CIE, y la suerte de un juez dependerá si es deportado, o tan solo presentará una orden de expulsión voluntaria. La verdad es que su perfil es de refugiado. Aún no ha dado señal de vida.
E insisto en los mecanismos. El ejemplo de coordinación de llegada de migrantes y detectar posibles casos de refugiados en Europa es Italia. Mientras España sus intervenciones son 100% policiales y se basan en la detención y no priman los derechos fundamentales. En Italia trabajan decenas de organismos, no solo en la atención sanitaria sino también en la localización de posibles casos de asilo, en la atención especializada de menores, y en la garantía de los derechos humanos.
Son refugiados no migrantes económicos en su mayoría, este es un dato que obvian en España. Cada uno trae una vida, una historia, que por cierto nadie escucha y que con la nueva “Ley Mordaza” hasta impiden a estos corresponsales acercarse a esas historias para denunciar vidas que son detenidas o expulsadas cuando corren el peligro de muerte. Los mecanismos fallan
La frontera sur de Europa vuelve estos días a ser noticias sobre todo de cara a la llegada migrantes subsaharianos entre Marruecos y España, sobre todo en el punto del estrecho entre Tánger y Tarifa.
En este espacio llegaron el año pasado más de tres mil personas que en muchos casos se identificaron como refugiados. Estos flujos migratorios se incrementan en los meses de julio ya que el clima facilita la llegada de estos que en ocasiones pierden sus vidas en 14km que separa este espacio.
La presión en las fronteras de Ceuta y Melilla, las persecuciones y violaciones de los derechos de los migrantes en Marruecos, cofinanciado por la Unión Europea, hacen que estos salgan del país a través de distintos medios como las balsas de plástico.
Por otro lado, los conflictos armados, la crisis humanitaria y económica de muchos de los países africanos ocasionados por la expoliación constante obligan a estad personas a buscar nuevas alternativas.
La Delegación en España de ACNUR refuerza su presencia en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla mediante un equipo de tres personas que trabajaran inicialmente hasta finales de año en el ámbito de la protección internacional.
El equipo estará en contacto directo con personas y colectivos que se encuentran bajo el mandato de ACNUR y uno de sus objetivos principales será apoyar las labores de las autoridades españolas en el ámbito de la identificación, derivación y protección de las personas que necesiten la protección del asilo, tras haber accedido al territorio español a través de estas fronteras externas de la Unión Europea.
El incremento de la presencia en Ceuta y Melilla de personas procedentes de países en conflicto, como Siria, Mali, República Centroafricana, Sudán, Sudán del Sur o Somalia, entre otros, que podrían estar en necesidad de protección internacional, ha motivado la decisión de ACNUR de intensificar su trabajo en estas ciudades.
A lo largo de los años, la Delegación de ACNUR en España ha venido desempeñando esta labor realizando, entre otras, misiones regulares a los principales puntos de entrada en España de flujos mixtos -inmigrantes económicos y refugiados-, de conformidad con su mandato internacional y el rol que la legislación española otorga al ACNUR en el procedimiento de asilo. El envío de un equipo especializado a estas ciudades españolas pretende dar continuidad a este trabajo en Ceuta y Melilla donde, desde hace más de un año, llegan cada vez más personas en necesidad de protección internacional.