Andalucía

Olvidadas bajo el plástico

Una migrante magrebí en un asentamiento de Almeria. /S.R

Miles de migrantes, sobre todo magrebíes, viven en Andalucía bajo las chabolas de plástico que construyeron hace años para poder estar más cerca de los invernaderos.

Olvidados bajo los plásticos, el frío de la noche y la basura. Apenas tienen para comer y sobreviven con lo poco que llega de ayuda de las ONG, que no son suficientes. La crisis ha aumentado la pobreza en Andalucía y la ayuda ha disminuido.

Los migrantes aguantan las condiciones humanas en estos campamentos de plástico, un cuarto mundo en el primero. Estos no solo soportan las nefastas condiciones de vida e higiénicas, a todo esto se le suma la explotación laboral.

Según el sindicato obrero del campo (SOC) en Almería, el convenio no suele respetarse a los migrantes que conformes van al trabajo sin saber sus derechos.

Los que vinieron a buscar el sueño europeo en Andalucía se convirtió en pesadilla. Es el ejemplo de Fatma, una mujer magrebí que llegó hace nueve años a España, de esos cuatro lleva resistiendo entre plástico.

Enferma y sin recursos su reclamo es volver a Marruecos. Sin embargo, la carencia de recursos le impide llegar a su país original. Hoy comerá pimiento y cebollas, lo consiguió en los invernaderos, los desechos.

Como ella son muchos los que se esconden entre invernaderos, son los olvidados. A veces los desahuciados por los ayuntamientos, con los desprotegidos, son la realidad de la desprotección de la vida, es la evidencia de las clases, pero sobre todo es la vergüenza de un mundo donde se pagan millones de euros por aeropuertos, rotondas e incluso parques de atracciones.

Andalucía

Tragedia en el mar

Ha vuelto a ocurrir, y si las cosas no cambian seguirá pasando. El mar mediterráneo, el cementerio líquido más grande del mundo, se ha vuelto a llevar por delante la ilusión y la infancia de los migrantes africanos. De momento se sigue la búsqueda de estos, todavía desaparecidos, entre ellos se encuentran las vidas y nombre de personas.

 

Entre las víctimas están al menos 7 bebes, niños menores de los cinco años que viajaban en una de las rutas más peligrosas del mundo y que el salvaje mar arrolló a una embarcación que pasó perdida en el mar más de 48 horas pese a las alarmas de búsqueda.

Entre las víctimas estaban Assun y Waten eran gemelos con 3 años, cruzaron el estrecho, de origen camerunés y con la ilusión de sus padres de darle el futuro que ellos decidieron. Las políticas de visados de la UE no le permitieron tomar un avión. La alternativa, el mar.

En la patera se vivió la desesperación, la agonía,  muchas de las madres llegaron a puerto, no se perdonaran lo que ocurrió. Hoy sus fotos están en la presa, pero no sus historias, no sus lamentos, por lo que otra vez más los dirigentes siguen sin sentir la vergüenza de ver la muerte de los que gritan dejar de ser robados por tener una mejor vida. 

La tragedia se repitió, fallaron las políticas de asilo y migraciones en Europa. Los dirigentes que quitaron las fronteras interiores dieron las espaldas al mundo con muros de aceros. Sus políticas, sus decisiones, sus fronteras generan muertos, todos los sabemos, pero nadie pone remedio. No mueren grandes empresarios, ni tampoco banqueros, son expoliados, refugiados, pobres y desesperados.Su travesía es la única alternativa de estos migrantes. Su valentía corre riesgos, sus vidas.

 

La patera que salió de Marruecos el pasado miércoles partió con 51 personas, al menos, y fueron rescatado 28 migrantes, y solo llegó uno de los 8 bebes que viajaban. Ahora sigue en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Almeria.

Inmigración

Más de 170 personas han muerto en el mar…

Migrantes supervivientes del naufragio rescatados por la marina italiana. / M.I
Migrantes supervivientes del naufragio rescatados por la marina italiana. / M.I

El Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU (ACNUR) estima que más de 170 personas han muerto en el mar tratando de llegar a Europa en lo que va de 2014, cifra que incluye a aquellos que perdieron la vida en aguas de Grecia, Libia, Italia y en aguas internacionales.

ACNUR lamenta profundamente el creciente número de muertos por accidentes marítimos en el Mar Mediterráneo durante este año, que ya llega a los 170, a medida que aumenta el número de solicitantes de asilo y refugiados que emprenden la travesía en embarcaciones no aptas para la navegación, a menudo poniendo sus vidas en manos de redes de traficantes sin escrúpulos.

Al menos 17 personas perecieron ahogadas después de que un barco se hundiera en aguas internacionales, a unos 160 km al sur de la isla italiana de Lampedusa, y a unos 80 km al noroeste de Trípoli, en Libia. Entre los fallecidos hay doce mujeres, tres niños y dos hombres. Dos buques mercantes de Francia y de la República de Vanuatu, rescataron a 226 personas que posteriormente pasaron una revisión médica por parte de facultativos italianos trasladados por la marina italiana. El buque francés Bourbon Arcadia rescató a 158 personas, mientras que el Kehoe Tide, de Vanuatu, a 68 personas.

La tragedia se suma a una serie de naufragios en las costas de Libia acaecidos en los últimos quince días, y en los que se cree que han muerto 121 personas en tres accidentes que implicaban a embarcaciones distintas. La guardia costera de Libia ha rescatado a 134 personas. Los supervivientes reciben asistencia médica de ACNUR en cooperación con el International Medical Corps y la Guardia Costera libia. ACNUR también ha proporcionado a los supervivientes ropa, mantas y otros artículos de primera necesidad.

De los otros naufragios, uno tuvo lugar junto a las costas de Libia en torno al 6 de mayo, cuando una embarcación con 130 personas a bordo se hundió apenas 30 minutos después de iniciar la travesía, a pocas millas de la costa. Algunos de los 53 pasajeros supervivientes contaron al ACNUR que los traficantes les empujaron a embarcarse y partir a pesar de que el barco tenía daños en la parte central. Setenta y siete (77) personas habrían muerto ahogadas en este incidente, entre ellos cuatro mujeres. Hasta ayer (12 de mayo) la guardia costera había recuperado 44 cuerpos que se cree pertenecen al mismo naufragio; la mayoría de los cadáveres habían sido arrastrados hasta la playa en los últimos días. Las personas que viajaban a bordo procedían de Sudán, Ghana, Malí, Burkina Faso, Nigeria y Senegal.

La semana anterior (2 de mayo) a la guardia costera libia rescató a 80 personas (ciudadanos eritreos, somalíes y etíopes) después de que su embarcación, no apta para la navegación, comenzara a tener filtraciones de agua a unos cinco kilómetros de la costa. Otras cuatro personas se ahogaron en este incidente.

Dos días antes (30 de abril), la guardia costera de Libia encontró los restos de otro naufragio junto a las costas de Trípoli. El único superviviente, que permanece en estado crítico, fue atendido en un hospital gubernamental; los 40 pasajeros restantes (todos de Somalia) perecieron ahogados.

Entre las víctimas y supervivientes de estos naufragios hay también personas que huyen de la violencia o la persecución en sus países de origen. Los riesgos que asumen al emprender estas peligrosas travesías por mar reflejan las limitadas opciones seguras existentes tanto en Libia y como en otros contextos. ACNUR ha puesto en marcha una campaña de información en colaboración con la guardia costera de Libia, las organizaciones no gubernamentales, las agencias socias de la ONU y los solicitantes de asilo con el objetivo de informar a la gente sobre los riesgos reales que implican los viajes por mar.

ACNUR acoge con satisfacción las operaciones de rescate de las autoridades italianas y libias y la cooperación de las embarcaciones privadas, sin las cuales el número de muertos habría sido, sin duda más alto, pero pide que se siga reforzando las operaciones de búsqueda y rescate, especialmente en aguas que registran un elevado número de incidentes.

ACNUR también insta a los gobiernos de todo el mundo para que ofrezcan alternativas legales a las peligrosas travesías por mar, asegurando que personas desesperadas que necesitan refugio puedan buscar y encontrar protección y asilo. Estas alternativas podrían incluir el reasentamiento, la admisión humanitaria y la facilitación del acceso a la reunificación familiar. También se pide a los gobiernos que eviten medidas punitivas o disuasorias como la detención de personas que buscan seguridad.

Inmigración

Carne de la mar

Balseros subsaharianos frente a las costas de Tarifa. / S.M
Balseros subsaharianos frente a las costas de Tarifa. / S.M

Miles de personas se juegan la vida en el mar mediterráneo convirtiéndose en carne para una mar agresiva cuyo oleaje vence las del humano que cruza bajo neumáticas que son devoradas ante el fuerte oleaje y cuyo propietario parece ser el capital.

Un mar repleto de cadáveres que hacen del mediterráneo el mayor cementerio líquido de la historia de la humanidad y cuya solución es forrar a los países del norte de áfrica para que frenen los movimientos migratorios.

Al otro lado de la orilla sur erigen muros violentos que pretenden frenar pero que solo ocasionan más víctimas, volcando a estos jóvenes «aventureros» a ser de nuevo carne de una mar.

Las migraciones no se combaten como decía el primer ministro italiano Letta o el ministro del interior español, las migraciones son naturales y sino que se lo digan a los centenares de miles de griegos, portugueses o españoles que pasean con títulos de segunda en Inglaterra, Alemania o Francia.

Personas que sueñan con una mejor vida para ellos y sus familias, personas que huyen de guerras y hambrunas, no se pueden combatir. Se combaten las hambrunas y las guerras.

Reitero. El sueño se ve ahogado en la mar mientras los responsables políticos europeos y sus cómplices magrebíes se gastan miles de euros robados que obtienen de tases de minerales, pescados o frutos que tren del continente africano.