Archidona, la cárcel de los migrantes

Se cumple un año de aquel 20 de noviembre de 2017, cuando los periodistas recibíamos el primer comunicado del Ministerio del Interior aclarando que los cientos de migrantes argelinos llegados aquel fin de semana al Levante español desde Mostaganem (Argelia) iban a ser trasladados al “centro de Archidona”, sin más detalles.

Ese día empezaron a llegar los primeros internos a Archidona, todos argelinos, con un auto individual dictado por siete jueces murcianos que señalaban que el destino de los migrantes era el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Archidona. Los magistrados desmentían así la versión oficial del entonces ministro Juan Ignacio Zoido, dado que no se trataba de un centro de acogida, sino un CIE que, además, según dicho auto dependía del CIE de Málaga, cerrado en 2012.

Un minuto después de aquella información oficial, los periodistas entendimos que estábamos ante una mentira. El destino de aquellos migrantes era el Centro Penitenciario Málaga II, en el municipio andaluz de Archidona. Aquel 20 de noviembre el Estado español encerró en una cárcel sin inaugurar a 572 migrantes, violando así la Ley de extranjería, que señala que la privación de libertad de migrantes por falta administrativa no puede tener lugar en centros con “carácter penitenciario”.

En los días posteriores, numerosos colectivos denunciaron la falta de agua potable, ausencia de mudas e incluso la presencia de menores entre los recluidos, entre otros abusos. Poco a poco fueron llegando familiares desde Francia, pero muchos no pudieron acceder al recinto. Otros directamente denunciaron que sus allegados eran menores de edad y que el documento que acreditaba su minoría podía ser usado para garantizar una deportación a Argelia pero no para asegurar su protección en España, donde supuestamente la ley impide encerrarlos junto a adultos. Recuerdo aún las palabras de Margarite, una de las primeras personas que accedieron al lugar en régimen de visita: “si no murieron en el mar, van a morir en la prisión”.

Y así fue. El 29 de noviembre apareció en una celda del módulo 3 el cuerpo sin vida de Mohamed Bouderbala. Apenas 18 horas antes, Bouderbala había participado en las protestas que se produjeron en ese módulo para evitar la deportación inminente a Argelia de otros migrantes. El hermano del fallecido se presentó en Archidona 24 horas después, pero no pudo ver el cadáver hasta el 4 de enero. Por razones que todavía no han sido esclarecidas, coincide que justo aquel mismo día el juzgado archivó la causa abierta tras su muerte, a raíz de denuncias presentadas por acusación popular y particular.

La policía reprime una protesta de los migrantes internos en la cárcel-CIE de Archidona. Foto: EntreFronteras.

Un año después vuelve a reabrirse esa causa, pero algo edulcorada. Amanda Romero, abogada de la acusación particular, explica que la Audiencia de Málaga ha reabierto el caso y será a principios de febrero cuando comiencen las declaraciones. Sin embargo, la letrada señala que la Audiencia “da por sentada la versión que la policía ofrece en el atestado y por lo tanto considera innecesaria ninguna diligencia de investigación, como la aportación de cámaras de seguridad o la testificación por parte de internos del centro de internamiento, dando por bueno el atestado de la policía”.

Depurar el caso de Bouderbala resolvería además otras denuncias por violaciones de derechos, desde el auto de internamiento dictado contra esos migrantes, hasta su reclusión en régimen de aislamiento. Se trata de varias piezas de un mismo puzzle sin resolver que podría alcanzar a las esferas más altas que dieron órdenes para el internamiento de 572 migrantes, desde jueces hasta ministros del gobierno del Partido Popular.

Ha pasado un año desde aquel 20 de noviembre, uno de los episodios más oscuros y sangrantes en el dramático historial de derechos de las personas en tránsito. Yo viví y seguí como periodista, en primera persona, cada minuto de aquel atropello. Solo puedo destacar el increíble trabajo colectivo de la Plataforma por el Cierre de Archidona, yel esfuerzo sobrehumano de ONGs  y juristas que apoyaron a familiares y a afectados para luchar contra aquella violación que acabó con la vida de Bouderbala en “Archidona, la cárcel de los migrantes”. Ese es el título del único documental de aquellos 51 días interminables de encarcelamiento.

Proyectan el documental “Archidona. La cárcel de los migrantes”

El 21 de noviembre de 2017 el Gobierno de España encerró de forma ilegal a más de 500 migrantes de origen argelino en el Centro Penitenciario de Archidona. Allí fueron retenidos durante semanas y posteriormente expulsados a sus países.

El equipo de EntreFronteras ha realizado un documental de 25 minutos que resume aquellas semanas que acabó con la muerte de un interno y la deportación de los migrantes. La obra se estrenará el próximo 19 de mayo en la Casa Invisible, en Málaga (España) a las 20h local y contará con la participación de los abogados de los migrantes y los directores de la película.

  • ARCHIDONA

En el interior de la cárcel los migrantes denuncian falta de recursos, agua, ropa o el maltrato continuo de los migrantes en la Cárcel de Archidona. El 29 de diciembre de 2017 aparece en la celda 041 el cuerpo sin vida de Mohamed Boudalbala, un joven de 37 años que según la policía se habría ahorcado pero que los internos y sus familiares dicen murió a causa de las palizas de los agentes españoles.

La justicia archivo la causa y tener en cuenta el testimonio de los testigos o los familiares, el gobierno por su parte aceleró las deportaciones. Archidona ha sido la mayor vulneración de los derechos de los migrantes que sobreviven al Mediterráneo por parte de las autoridades europeas, en este caso una política a manos del gobierno conservador de Mariano Rajoy.

«Mi hijo no es un criminal»

Tras una reluciente vitrina, Zinain Mohamed vuelve a ver a su hijo después de sobrevivir a la ruta del Mediterráneo. Están en la sala de visitas del centro Penitenciario de Archidona (Málaga), donde otros familiares también conversan con sus allegados a través de los teléfonos. Lo hacen después de días anclados frente a las puertas de la cárcel donde fueron encerrados más de 500 migrantes recién llegados a las costas españolas. Y ante la incertidumbre de si llegaron a tierra o se perdieron en la mar.

«Mi hijo no es un criminal», asegura una y otra vez Zinain, desesperado al ver como su hijo «puede ser deportado tras ser encarcelado de forma ilegal en la prisión de Archidona». Zinain Mahmud es un joven argelino que la madrugada del 17 al 18 de noviembre tomó una patera junto a otros compatriotas desde la ciudad argelina de Mostaganem, la ciudad más cercana geográficamente a Europa, a unos 150 km de la costa española. Fue interceptado por las autoridades españolas y puesto a disposición policial. Tras varios días logró llamar a su padre que vive en París para advertirle de la situación.

«Se encuentra en una situación muy, muy delicada. Él está enfermo y yo lo que pido es que sea liberado y todos los que están aquí en el interior», señala el padre del joven, que fue trasladado desde Cartagena hasta esta cárcel donde «enfermó», según su padre, ante «la falta de medicamentos y la ausencia de duchas de agua caliente».

Zinain ha recorrido más de 1.000 kilómetros para llegar a Archidona. Fue su propio hijo quien le comunicó que había llegado a Europa y que estaba en una cárcel sin haber hablado con un abogado ni pasado por un juzgado. A través de la prensa, se enteró de existía esta cárcel y se trasladó hasta Malaga para verificar si su hijo podría estar en el interior. «En este centro no se respetan los derechos humanos. Ellos no son criminales. No son criminales», afirma el padre.

Artículos Lucía Muñoz y Sergio Rodrigo desde Archidona para ElDiario.es

¿Convertirá Rajoy la cárcel de Archidona en el nuevo…

Más de medio millar de migrantes rescatados de pateras en las costas del sur de España han sido encarcelados en el centro penitenciario Málaga II de Archidona, aún sin inaugurar pese a que terminó de construirse en 2013, por orden de siete juzgados de Cartagena.

En estos días abogados de Málaga Acoge han visitado la cárcel en dos ocasiones para entrevistarse con internos, siempre a través de mamparas, y han podido constatar la presencia de al menos dos menores, además de frío en el interior y falta de ropa para unas personas que llevan semanas encerradas.

Los letrados han comprobado también que no a todos los familiares de los internos, procedentes de Francia y resto de España, se les está permitiendo pasar al centro penitenciario.

El Gobierno ha argumentado que esta medida es de carácter temporal y la adoptaron los jueces de forma extraordinaria ante la imposibilidad de alojar a los más de 500 migrantes que llegaron a las playas de Murcia y por la capacidad limitada  que tienen en estos momentos los diferentes centros de la región.

La ruta en patera entre África y España se…

La ruta migratoria desde las costas de Marruecos y Argelia hacia el sur de España ha crecido en este primer semestre del año casi al doble de la registrada en el 2016. Más de cinco mil personas son las que han llegado a su destino, pero miles más no corren con la misma suerte.

Este 4 de julio, Salvamento Marítimo de España confirmó el naufragio de una balsa con 52 migrantes en el que habrían muerto 49 de ellos según el testimonio de los únicos 3 sobrevivientes.

Los pasos de Kasem, el refugiado que temía al…

Kasem pasa el control de pasaportes del Puerto de Málaga. / Miguel Pachón
Kasem pasa el control de pasaportes del Puerto de Málaga. / Miguel Pachón

Hace tres años que Kasem inició su huida de Siria, junto a su mujer e hijo Jumma, iniciaron una travesía por seis países y casi 10.000 kilómetros para evitar el temido mar, la peligrosa ruta del Mediterráneo donde miles de refugiados de Siria han optado ante el cierre de fronteras de la Unión Europea.

Su primera parada fue Líbano, allí comenzó su travesía. Tomo un vuelo hasta Mauritania, junto a su mujer e hijo. En Nuakchot (Mauritania) conocieron a varias personas que lo llevaron a Tumbuctu (Malí), epicentro de la ruta migratoria del África Subsahariana, ellos eran los únicos sirios. Junto a otros migrantes cruzó el desierto del Sahara en Argelia para llegar a Orán. Allí volvió a ver su temido Mediterráneo, ese mar que obvió pese a que se replanteó ir Egipto o Libia para cruzarlo.

No quería cruzar el mar, prefería una vía segura, pero solo encontró las áridas tierras del continente africano. Siguiendo el ejemplo de otros sirios cruzó a Nador (Marruecos), allí gastó los pocos euros que le quedaban para cruzar a Melilla y solicitar asilo en la oficina de ACNUR de la frontera de Beni Enzar. “El viaje no fue fácil”, señala Kasem quién añade que decidió huir ante “la inseguridad en Siria, los continuos bombardeos y la guerra”. Insiste en que lo dejó todo para empezar de nuevo en Europa junto a su familia.

En Melilla ha pasado varios meses en el CETI, su hijo ya ha aprendido algo de español. Son futboleros empedernidos y se pierden por Messi. “Quiero ir hasta Barcelona, Jumma adora al equipo de fútbol” relata sonriente Kasem en el Puerto de Málaga. Acaba de pisar tierra del continente europeo tras tres años de un viaje incierto que ahora se plantea más difícil.

“Huimos de la inseguridad en Siria, los continuos bombardeos y la guerra”

Kasem ha llegado junto a otros 53 refugiados desde Melilla a la península, el Gobierno español les ofrece un asilo de unos seis meses con una bonificación insuficiente para afrontar los gastos de integración. La mayoría renuncia y continúan su viaje hacia el norte de Europa.

Junto a Jumma, hijo de Kasem, está Hamsa. Tiene cinco años y también ha pasado varios meses viviendo en el CETI de Melilla. Como su amigo, huye de la guerra en Siria, y aunque lo que más le ha gustado de la ciudad autónoma ha sido la “madrassa” (escuela), añora su escuela Hama, “era más bonito mi colegio en Siria”.

La mayoría de niños que huyen de Siria, como la mayoría de vidas que se quedaron en el mar que tanto teme Kasem, como los que siguen retenidos en las fronteras de Europa o refugiados en países colindantes con apenas el 40% de los recursos, como esos números que vemos en los medios, no cesaran su llegada, no cesaran su intento, el miedo al mar les hará llegar, pero la desesperación los volverá a tirar al mediterráneo. El Egeo está cerrado, pero el central vuelve a pleno apogeo. Más de 15.000 personas cruzaron la última semana, más de 3000 ya han perdido la vida.

La lluvia no da tregua a los refugiados saharauis

Fotografía de los campos de refugiados saharauis. / RASD TV
Fotografía de los campos de refugiados saharauis. / RASD TV

Las intensas lluvias e inundaciones no dan tregua en los campamentos de población refugiada que han causado daños generalizados en los cinco campamentos y más de 25.000 personas lo han perdido todo. Según el ACNUR unos 90.000 refugiados saharauis han quedado en situación “vulnerable” en el suroeste de la árida región de Tinduf, en Argelia, donde están refugiados más de 200.000.

El número de personas en necesidad de ayuda humanitaria podría aumentar, ya que se prevé que las lluvias continuen, y las viviendas que han quedado dañadas podrían caer en los próximos días perjudicando a aquellos que viven en las zonas más afectadas de los campos como Auserd y Dajla, declarados en situación de “Catástrofe Humanitaria”

En la zona están trabajando la Media Luna Roja Saharaui en colaboración con Argelia y la ACNUR que pretenden paliar la primera respuesta humanitaria. Desde la Federación Andaluza con el Sahara (FANDAS-Sahara) se ha lanzado una campaña de regida de fondos para hacer frente a la reconstrucción inmediata de los servicios básico.

Desde Andalucía, y en colaboración con la Media Luna Roja Saharaui, se ha estimado recaudar fondos para enviar cocinas de gas a las familias afectadas con el objetivo de potabilizar el agua, en la que ya donan fondos a la cuenta colectiva las familias de acogida, la ciudadanía malagueña, así como distintos ayuntamientos de la provincia y la Diputación provincial, que se han interesado en prestar ayuda de emergencia ante la situación que afecta a uno de cada cuatro saharauis que vive en los campos de población refugiada.

Los Hospitales y escuelas están cerrados ante las inundaciones ante el temor de que puedan derribarse en los próximos días. La crisis afecta también a los alimentos, la mayoría de la población lo han perdido todo y la ONU tan solo está entregando en los campos pan, alimentos frescos y agua potable.

Las personas que se han quedado sin hogar están siendo acogidas por familiares y vecinos, pero durante los próximos dos días la ONU se ha comprometido a enviar por vía aérea un cargamento de ayuda humanitaria, no obstante el presupuesto de la operación de ACNUR para Tinduf sólo está financiado al 20%, lo que deja una enorme brecha y restringe las actividades operativas de la Agencia de la ONU para los Refugiados.

Una evaluación realizada a principios de esta semana por parte de la Cruz Roja Saharaui muestra que centenares de casas de adobe han quedado destruidas o dañadas. Aquellas personas que viven en tiendas saharauis tradicionales se han librado de la peor parte de la catástrofe, aunque tan sólo una minoría de las familias cuenta con este tipo de tiendas de campaña.

Asimismo han resultado dañadas o destruidas otras infraestructuras como dispensarios, hospitales, escuelas, tiendas o cobertizos para el ganado. Por otra parte, también será necesario reconstruir las letrinas y retirar lo antes posible el agua estancada de las inundaciones para prevenir enfermedades, la contaminación de las fuentes de agua y el derrumbe de inmuebles.

Los refugiados saharauis comenzaron a llegar a Tinduf a mediados de la década de los 70, cuando España abandonó el Sáhara Occidental y estalló el conflicto por su control, y la ocupación de Marruecos del territorio. Los refugiados siguen esperando en la árida región de Tinduf un referéndum que les permita ejercer su derecho a la libre determinación y abandonar un territorio que inhóspito que ahora ha quedado destruido.