¿Pateras?

¿Pateras?


Eran las cuatro y veintidós minutos cuando una fuente me llamaba a mi teléfono móvil para comunicarme que el mercante ‘La Isla del Volcán’, procedente de Ceuta, había rescatado a 44 inmigrantes subsaharianos que navegaban en alta mar con una pequeña zodiac.

Todo apuntaba a una normalidad periodística, preparé mi equipo y llame a los medios donde colaboro, varias horas más tarde llegué al puerto donde un amplio grupo de profesionales de los medios de comunicación estaban esperando la noticia. Sobre las 20:30 los efectivos de socorro de la Cruz Roja de Málaga llegaban con cinco ambulancias y los agentes de la policía con varias furgonetas preparadas para transportar a estos «ilegales».

El barco se retrasó casi una hora, pero finalmente llegó con el grupo de 44 subsaharianos, de entre ellos dos mujeres que la policía no dudo en llevárselas sin que los periodistas pudiesen tomar algunas imágenes. Tras varias discusiones con los agentes permitieron pasar a los periodistas que fotografiábamos el triste evento como si se tratase de una alfombra roja.

Las caras de estos hombres reflejaba la tristeza de un viaje duro y con un destino poco claro, habían invertido mucho dinero para poder llegar al gran occidente, donde ahora solo les acompañaba un papel con varios números de teléfonos y alguna foto de sus familiares.

Los agentes los transportaron hacia la comisaría, y yo solo podía pensar en las caritas de aquellos jóvenes del Centro de Internamiento de Extranjeros de Málaga cuando fui a visitar a mi amigo Bouziane.

El también vino en patera, esa barca que transportaba a estos 44 subsaharianos que los vecino franceses ni huelen y que los alemanes quieren que disminuyan, sin embargo estos estados no saben ni conocen, ni han visto el riesgo y la cara de estos seres humanos que juegan con su vida para poder dar vida a sus familiares, a nuestros vecinos solo les importa las estadísticas, la economía y una moneda que hace que personas tan desesperadas se tiren al mar en busca de algo que ni ellos mismo saben que es. Ahora solo les espera que un juez les envíe de nuevo a su país de origen.

Sergio Rodrigo

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