El portavoz francés de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), Abdel Jelil, aparece en un video criticando duramente lo que él ve como un claro deseo del presidente François Hollande a intervenir en el norte de Malí, y le pide que deje a «los malienses vivir en paz».
El yihadista, que aparece por primera vez en una grabación, le pidió al Presidente de la República de Francia cumplir sus promesas electorales cuando declaró su intención de «deshacerse de las decisiones de la OTAN», que – según él Hollande- «no representan los únicos intereses políticos y económicos de los EE.UU. e Israel».
Hablando directamente a François Hollande, Barack Obama y las Naciones Unidas, el yihadista francés indicó que «la intervención en el Sahel y más precisamente al norte de Malí septentrional, conllevará a una catástrofe humanitaria», diciendo que la situación desembocará a casos semejantes como Palestina o Afganistán.
El Consejo de Seguridad de la ONU aprueba una resolución que pide la intervención de una fuerza militar internacional que apoye al ejército de Mali en la recuperación de las regiones ocupadas del norte del país, independizadas en un primer momento por los tuareg separatistas del MNLA y más tarde derrocados por grupos salafistas y mafias del Sahel.
El texto, promovido por Francia y Marruecos y adoptado por unanimidad, exige a los grupos armados que operan en esa región maliense que pongan fin a los abusos de los derechos humanos y las violaciones del derecho internacional humanitario, incluidos los ataques selectivos a civiles , la violencia sexual, el reclutamiento de niños soldados y los desplazamientos forzosos.
El texto aprobado por la ONU fue redactado por la diplomacia francesa y marroquí
Asimismo, solicita al Secretario General de la ONU que provea de inmediato los planificadores militares y de seguridad para que asistan a la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) y la Unión Africana –en consulta con Mali – en el trazado de una hoja de ruta que responda a la solicitud de apoyo de las autoridades de transición de Mali.
El presidente en turno del Consejo de Seguridad, el embajador de Guatemala, Gert Rosenthal, explicó ante la prensa el procedimiento que se seguirá antes del despliegue de una fuerza militar.
“Esta es una primera resolución que será seguida por un plan más detallado en las próximas semanas. Se le pidió al Secretario General que presente una propuesta concreta en un plazo de 45 días”, dijo.
La crisis política en Mali comenzó el 22 de marzo pasado con la rebelión de elementos de las fuerzas armadas que anunciaron la disolución de las instituciones de gobierno y la suspensión de la Constitución. Luego de este golpe, los rebeldes Tuareg tomaron el norte del país, clamando buscar su independencia, pero fueron desplazados por grupos extremistas que han tomado el control de la zona.
El Secretario General del Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA), y Presidente del Consejo de Transición de Estado de Azawad (CTEA), informó en una nota de prensa que quieren buscar una solución política al conflicto, que de momento pasará por las armas.
Ban Ki-moon, anunció el pasado día nueve de octubre el nombramiento de Romano Prodi, ex primer ministro italiano, como su nuevo enviado especial para la región del Sahel en África Occidental.
«El Secretario General espera que el liderazgo de Prodi en la formación y la movilización de unas Naciones Unidas eficaces obtenga la respuesta internacional a la crisis que azota a los países complejo y la gente de esta región», dijo el portavoz de Ban Ki-moon.
La región del Sahel, que se extiende desde el Océano Atlántico hasta el Mar Rojo, e incluye el Chad, Malí, Mauritania, Níger y partes de Sudán, Camerún y Nigeria, se enfrenta actualmente a una franja de problemas, que no son sólo políticas, sino también sobre seguridad, capacidad de recuperación humanitaria y de derechos humanos.
18 millones de personas se estima que están en riesgo de inseguridad alimentaria y más de un millón de niños en riesgo de desnutrición aguda severa
Además de la inestabilidad política en Malí, la región sufre una crisis de pobreza extrema, con niveles de desarrollo humano entre los más bajos del mundo, las fronteras porosas que presentan importantes desafíos de seguridad, así como los problemas de derechos humanos.
A todo esto hayq que sumarle la crisis humanitaria que afecta a la región este año, en el que más de 18 millones de personas se estima que están en riesgo de inseguridad alimentaria y más de un millón de niños en riesgo de desnutrición aguda severa.
Como enviado especial, Prodi ayudará a generar, mantener y coordinar la participación internacional en apoyo de los esfuerzos nacionales de los países del Sahel para hacer frente a la crisis multifacética, con un enfoque inicial en Mali, principal foco donde la violencia puede generar un conflicto armado internacional.
También se encargará de representar en nombre del Secretario General, en particular en apoyo de los esfuerzos de mediación nacional, regional e internacional en la sub-región, y en especial con respecto a las cuestiones transfronterizas y transnacionales.
El Azawad, región del norte de Malí autoproclamada independiente, continúa siendo el epicentro de la huida de refugiados malienses. Más de 365.000 personas han dejado la región desde el pasado mes de enero. Muchas de las familias malienses que han llegado a los países vecinos en las últimas semanas, señalaron que salieron del país por diversas razones, como la falta de acceso a comida y agua, los hombres armados que han ocupado sus tierras y el temor ante la posible escalada de la violencia entre los diferentes grupos armados que operan en el norte de Malí.
En concreto, el país con mayor número de refugiados malienses es la vecina Mauritania, donde durante el primer mes del verano se registró una importante afluencia de refugiados. En total llegaron 15.000 personas tan sólo en las últimas dos semanas de junio, desde entonces prosiguen las llegadas a un ritmo de entre 200 y 500 refugiados al día, según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
El aumento significativo de la llegada de malienses a territorio mauritano se debe principalmente al nuevo conflicto entre el Movimiento Nacional por la Liberación del Azawad (MNLA) y grupos islamistas, como Ansar Dine o facciones disidentes de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), como los que secuestraron en octubre de 2011 a los cooperantes españoles en Tinduf, el Movimiento por la Unidad y la Yihad en África Occidental (MUJAO).
Desde hace unos meses el grupo islamista, Ansar Dine, dirigido por Iyad Ag Ghaly ha impuesto las interpretaciones más radicales de la Sharía (ley islámica), en ciudades como Gao o Tumbuctu, donde ya se castigan las relaciones extramaritales con latigazos en zonas públicas.
El país magrebí se ha convertido en el centro de recepción de los afectados por los conflictos armados y la hambruna en el Sahel
De esta última ciudad milenaria es de donde han partido los últimos refugiados arribados a Mauritania, que justificaron su huída por los recientes enfrentamientos armados entre grupos islamistas y los rebeldes tuareg por el control del terreno. Y es que Tumbuctu sufre desde hace varios meses enfrentamientos y pillajes que han acabado con monumentos históricos como la Puerta del Fin del Mundo de la mezquita de Sidi Yayia o saqueado la Gran Mezquita de Djingareyber.
Estos acotamientos han provocado que dos tercios de la población de la ciudad de Tombuctú hayan escapado de la región e incluso del país, según denunció la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF).
Para ello, el Gobierno de Mauritania y ACNUR acordaron abrir un nuevo campamento para acoger al gran número de recién llegados. El nuevo campo se encuentra cerca de la aldea de Aghor, a 17 km del campo de refugiados de Mbera en el suroeste del país, donde cerca de 90.000 personas, el 90% de origen tuareg, han encontrado cobijo. Aghor fue hogar para miles de refugiados malienses en el anterior conflicto tuareg de los años 90.
“El campo de Mbera a 60 kilómetros de la frontera con Malí está al límite de su capacidad y el aumento de llegada de refugiados nos ha obligado a solicitar a Mauritania la apertura de un nuevo campo” comentó la portavoz de ACNUR en España, María Jesús Vega, quién recordó que estos campos se han rehabilitado para su uso después de ser cerrado en la década de los 90.
No obstante, la poca financiación, tan solo ha llegado el 20% de lo requerido, está obligando a hacer el doble de esfuerzos a las organizaciones internacionales. “Falta mucha comida, y el agua que llega no cumple las necesidades mínimas de una persona” denunció Vega.
Además del conflicto económico hay que añadir la inseguridad de los cooperantes, cuya seguridad corresponde al Gobierno de Mauritania, que desde los últimos secuestros en la región trabajan en condiciones más estresantes. “Las condiciones de trabajo son duras y la inseguridad es un factor que afecta al trabajador humanitario, pero su objetivo es llegar a estas poblaciones que se ven más afectadas por la violencia de estos grupos” dijo Vega, quién apostilló que “muertos no hacemos nada” por ello denunció que aunque la situación de seguridad es complicada “siguen trabajando por los refugiados” dentro de los marcos de seguridad acordados por las Naciones Unidas.
El Secretario General de la ONU acordó designar a un representante especial para el Sahel que se encargue de supervisar la implementación de la estrategia integrada para esa región, solicitada por el Consejo de Seguridad y cuyo nombre aún no se ha desvelado.
Ban Ki-moon hizo el anuncio durante un encuentro de alto nivel realizado al margen del debate general, al que asistieron líderes africanos, países donantes y organismos financieros internacionales.
Al referirse a la petición del gobierno de Mali sobre el establecimiento de una misión militar internacional africana en el norte de ese país, Ban advirtió que una solución de ese tipo debe ser estudiada con mucho cuidado.
“Esto podría tener consecuencias humanitarias significantes, incluyendo el aumento de los desplazados y una mayor restricción a la ayuda humanitaria”, dijo Ban.
Explicó que la estrategia ayudaría a los países del Sahel a combatir la amenaza terrorista y el crimen organizado, fortalecería a corto plazo la capacidad de las comunidades para combatir las condiciones climáticas extremas, y promovería el énfasis en el manejo del medio ambiente.
En los países del Sahel, 18 millones de personas sufren una grave crisis alimentaria, y más de un millón de niños están desnutrido.
Los cuatro rehenes franceses recluidos en el norte de Níger por facciones de Al Qaeda en el Magreb Islámico han hecho un llamado al presidente François Hollande, en un video obtenido por la agencia mauritana Sahara Media, a intervenir para salvar sus vidas negociando con la organización que los mantiene secuestrados desde hace dos años.
Desde la llegada a la presidencia del socialista Hollande no se habia tratado estos asuntos que quedaban en manos de la diplomacia francesa, muy presente en Níger, uno de los países más pobres del Sahel y cuyo gobierno esta colaborando junto a las potencias occidentales a derrotar el terrorismo a cambio de una fuerte ayuda al desarrollo rural del país.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, António Guterres, ha instado a la comunidad internacional a aumentar los esfuerzos para lograr la solución política de la crisis en Malí, advirtiendo que la región completa podría verse afectada si no se aplican medidas más firmes.
“Hoy Mali importa más que nunca”, enfatizó Guterres en un editorial publicado por el New York Times el martes. Observó, además, que la atribulada nación africana ya no era un lugar mítico aislado, susceptible a ser ignorado y escribió que “la crisis política y la fragmentación estatal en Malí representan una amenaza significativa para la estabilidad política de la región”.
Las múltiples crisis que se desarrollaron paulatinamente dentro y fuera de Malí, escribió, fueron “conformadas por la convergencia de tendencias que resuenan más allá de la región”. Éstas incluyeron la inseguridad alimentaria y la desertificación, estrechamente relacionadas con el cambio climático, y el incompleto proceso de democratización marcado por la exclusión social y el crecimiento de una población de gente joven con acotadas oportunidades de trabajo.
Guterres advirtió que la crisis en Malí, si continúa desatendida, podría “crear un arco de instabilidad extendiéndose hacia el oeste por Mauritania y al este por Níger, Chad y Sudán hasta el Cuerno de África y el Golfo de Adén”. Pidiendo por una pronta resolución, instó por un mayor apoyo internacional para aquellos actores, nacionales y regionales, que están trabajando para asegurar un acuerdo político y ocupándose de las complejas cuestiones de seguridad. Asimismo, recomendó que la respuesta a la crisis humanitaria sea expandida y no se permita omitirla de la agenda internacional mientras la atención está puesta sobre los eventos en Siria.
Mali se sumergió en la confusión a principios de este año, cuando estallaron enfrentamientos entre un movimiento rebelde Tuareg y las fuerzas gubernamentales. El gobierno en Bamako fue derrocado por un golpe de estado en abril, mientras la región del norte se encuentra actualmente bajo el control de grupos islamitas. Más de 450.000 personas han abandonado sus hogares en Malí desde entonces, con más de 265.000 de ellos que han buscado protección en los países vecinos, como Burkina Faso, Mauritania y Níger.
Todo esto sucede en simultáneo con un período de drástica escasez de agua y alimentos en la región del Sahel. El ACNUR está trabajando para ayudar a los desplazados en toda la región y para alivianar la carga en las comunidades de acogida.