El pasado sábado 5 de julio Sevilla acogió un año más la marcha por la paz, que celebra ya su decimonovena edición, convirtiendo la ciudad en el referente de la solidaridad andaluza con el pueblo saharaui, ya que participan amigos de este pueblo de todas las provincias reclamando su derecho a la libre determinación.
La manifestación, reivindicativa de la libertad del Sahara Occidental además de solidaria con la situación de abandono del pueblo saharaui, se celebra anualmente con motivo de la llegada a la comunidad autónoma de miles de niños y niñas saharauis dentro del programa Vacaciones en Paz.
Unas mil personas de toda Andalucía, muchas de ellas familias de acogida, recorrieron las calles sevillanas bajo el lema “Andalucía exige a Marruecos la libertad para todos los presos políticos saharauis”.
Las asociaciones aprobaron un manifiesto de solidaridad con el pueblo saharaui con el que se pretende llamar la atención de la ciudadanía y las autoridades de nuestra región sobre la necesidad de imponer la legalidad internacional y de celebrar el referéndum de autodeterminación en el que el pueblo saharaui decida ya y libremente sobre su futuro.
Un grupo de 1.194 menores de edad saharahuis provenientes de campos de refugiados ubicados en Argelia llegaron a España para pasar una temporada entre familias solidarias de Andalucía. Los andaluces les harán conocer otras realidades y formas de contemporizar con el mundo, o cambiarlo, y olvidar temporalmente sus avatares para abrir su alma a la esperanza de una vida mejor. teleSUR
Un total de 1.194 menores procedentes de los campamentos de refugiados saharauis de Tindouf (Argelia) llegarán a partir de la madrugada del viernes 27 de junio y hasta el próximo 8 de julio al Aeropuerto de Málaga y Sevilla para pasar la temporada estival junto a familias de acogidas de Andalucía.
Según un comunicado de la Federación Andaluza de Asociaciones Solidarias con el Sáhara (FANDAS) ocho aviones procedentes de los campamentos de la población refugiada saharaui en Tindouf (Argelia) trasladarán a los menores dentro del programa de acogimiento familias «Vacaciones en Paz».
Los niños, de edades comprendida entre los 8 y 12 años, se distribuirán por las ocho provincias y cuentan con la colaboración de miles de familias andaluzas que los acogerán en sus casas durante los meses de verano para evitar que estos sufran las altas temperaturas del desierto argelino.
Según la organización, el programa atraviesa uno de los momentos más complicados de su larga historia ya que la crisis económica que afecta también a las familias de acogida, y «los recortes en las administraciones públicas hacen que resulte complicado sacar adelante una iniciativa como ésta».
Sin embargo, el proyecto sigue con el objetivo de profundizar en las relaciones de amistad del pueblo andaluz con el saharaui, y mejorar la calidad de vida (sanitaria y alimenticia) de la población infantil saharaui.
«No podemos olvidar que están obligados a sobrevivir exiliados juntos a sus familias (son unas 200.000 personas), desde décadas, en unos campamentos de refugiados, en lo más duro del desierto del Sahara» han señalado la organización.
Han destacado que los menores saharauis representan a un pueblo «exiliado, refugiado y a la espera de que se ponga en marcha la legalidad internacional, que Naciones Unidas exija a Marruecos que la cumpla y no bloquee la misma, y que pueda celebrarse el tan esperado Referéndum de Autodeterminación».
Los menores que pasaran dos meses en Andalucía tiene previsto participar en distintos actos como las manifestaciones convocadas en Sevilla para el próximo 5 de julio, y una concentración frente al consulado de Marruecos en Algeciras para el próximo 26 de julio.
Fatigados, tiritando y deshidratados. Así llegan la mayoría de personas que intenta migrar desde el continente africano a Europa, un riego que corren miles de personas cada año y que es el ejemplo de que las fronteras son franqueables por altas o peligrosas que sean.
Llega el verano y con ello se intensifican las llegadas de los migrantes a través de embarcaciones semirrígidas o en balsas de juguete al sur de Europa. El mar está calmado y el destino cerca. Este es uno de los argumentos para estos migrantes obligados en desesperación a jugarse la vida y la de sus compañeros en búsqueda de una vida mejor.
En Tarifa la distancia es casi mínima, ambos lados del estrecho están separados por 14 kilómetros, un tramo corto para personas que han recorrido miles de kilómetros. Las “toys” son económicas, pero peligrosas. En estas se suelen introducir unas diez personas que con pequeños remos cabalgan las olas del levante.
En Málaga no es muy habitual la llegada de inmigrantes, pero la instalación de una nueva valla en la zona marroquí para proteger de las migraciones a Melilla va a intensificar que los migrantes que esperan en Marruecos para llegar a Europa lo hagan a través del mar y salgan desde puntos cercanos a la zona oriental de Andalucía.
Posiblemente lo hagan en embarcaciones de plástico como los últimos casos, donde grupos de unas treinta personas se agolpan y quedan desaparecidos en medio del Mediterráneo durante horas a la espera de que el destino decida. Al llegar la mayoría están con pequeños síntomas de hipotermia, y es que el viaje es duro pero los dirigentes siguen pensando que las migraciones hay que combatirlas, y sobre todo a través de políticas de fronteras, cuando la realidad es que responde a un conflicto social, armado o político.
Y esos conflictos no interesan resolverlos. Europa sigue hablando de países desarrollados y subdesarrollados, un error ya que la realidad es que hay países expoliadores y no expoliadores. Y mientras Europa siga chupando del bote africano y erigiendo muros, miles de expoliados seguirán llegando ya que la riqueza no revierte sobre ellos y garantiza el estado consumistas de la Europa de la Unión.
Desde el inicio de la crisis económica la pobreza infantil en España no ha dejado de crecer según UNICEF que ha informado que casi 450.000 menores se han sumado al sector de población que dispone de escasos recursos.
Más de 2,5 millones de niños estaban en una situación precaria en España en 2012, el 30% de los menores de ese país.
Además, España es el tercer país europeo con una tasa de pobreza infantil más alta, tras Rumania y Bulgaria, entre 28 naciones de ese continente.
Y es que la crisis económica del sistema capitalista de los últimos años, así como los recortes a la ciudadanía de los últimso gobiernos ha afectado a la población más vulnerable, sobre todo en las comunidades del sur como Extremadura, Andalucía y Murcia. Y es que la crisis del norte han pagado los errores económico del norte de Europa.
UNICEF ha subrayado que en España los niveles de pobreza infantil ya eran altos antes de la crisis económica, pero ha destacado que ese flagelo se ha agravado y han cambiado los perfiles de los niños y niñas que la sufren. Un 19% de menores niños viven en hogares de cuatro miembros que tienen unos ingresos anuales de menos de 15.000 dólares.
Cuatro de cada diez hogares con niños no pueden afrontar gastos imprevistos, según el análisis de UNICEF en base a datos del Instituto Nacional de Estadística y el Eurostat.
Estrasburgo ratificó el día de los Derechos Humanos el ansiado acuerdo de pesca entre la UE y el reino alauí, un acuerdo que faena a los pescadores, que no enriquece a nadie y que afianza el lazo político.
Un acuerdo que para el socialista europeo Hannes Swoboda no tenía “ninguna contradicción entre los acuerdos pesqueros y los intereses de los saharauis”, además dejó entre bambalinas la necesidad de que el acuerdo pesquero repercuta sus beneficios entre la población del Sahara Occidental, acción que según el socialista debe de jugar España y que todavía no se ha determinado.
Ese mensaje caló entre sus eurodiputados que finalmente votaron a favor del acuerdo que permite la pesca en aguas en proceso de descolonización y que perjudica a su legítimo dueño, los refugiados saharauis. Los saharauis aún no han tenido la oportunidad de decidir sobre los asuntos que le atañen, sobre todo por la nefasta acción exterior que ha llevado a cabo estos últimos años los diplomáticos del Frente Polisario atrapados en las telarañas de Naciones Unidas.
Pero esa doble moral de la UE se ha reflejado estos días en Andalucía, donde decenas de solidarios con el pueblo del Sahara Occidental recolectan alimentos para la Caravana Andaluza por la Paz, con destino a los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf (Argelia), y compuesta por todo tipo de vehículos cargados fundamentalmente con alimentos no perecederos, material escolar y sanitario.
Entre sus alimentos muchas veces se encuentran productos curiosos, en muchos casos hasta azucarillos fabricados en Marruecos, o las latas de pescados del Sahara que comercializan los supermercados Mercadona.
En esta ocasión ha llamado la atención algunas partidas de alimentos del programa de la Unión Europea para las personas más necesitadas, y es que muchos kilos de alimentos donados en distintos lugares de Andalucía llegarán a esos refugiados gracias a la solidariad del pueblo andaluz.
Pero la doble moral que juega la UE que ha luchado firmemente para que sus ciudadanos puedan comer pescados de los caladeros saharauis mientras estos siguen apresados en el desierto del Sahara a la espera de una salida política al conflicto y alimentándose de arroz con aceite una noche sí y otra también debe conocerse, sobre todo de cara a la próxima reunión del Consejo de Seguridad que volverá a ratificar la acción de la MINURSO en el territorio en disputa.
En la cafetería de la estación discuten varios hombres sobre la situación del pueblo, a su alrededor hay varios africanos agotados del campo tomando café y charlando. Vienen a la oliva, pero no todos logran trabajar en ella, muchos acaban mendigando ante la falta de instalaciones. Es un caso cada vez más habitual durante la campaña de la aceituna.
La provincia de Jaén es uno de los territorios más vastos del mundo en producción de aceite de oliva. Y aunque no siempre fue así, con el paso de los años se ha convertido en un motor económico, que recurrió de la población extranjera para su recolección ante la poca mano de obra local.
La situación provoca que cada año sean más los inmigrantes, sobre todo procedentes del África subsahariana, que vengan a pasar varios meses a la provincia de Jaén. Se encuentran en casi todos los pueblos, la mayoría duermen en la calle, y si no están bajo el olivo vareando, transportan sus grandes bultos de pertenencias.
La situación se vuelve especialmente particular en la ciudad de Úbeda. Más de 200 migrantes se reúnen por la mañana en la estación de autobuses del municipio a la espera de un patrón que les ofrezca trabajo en alguna finca. Éste, como si fuese a casa a recoger a sus temporeros, lo hace a las puertas de la estación.
Los inmigrantes usan la estación como su armario: depositan sus pertenencias que se vigilan de unos a otros, hasta que sus compañeros llegan por las tardes de recoger la aceituna. La mayoría vive en las calles, donde las temperaturas nocturnas llegan a los bajo cero durante la campaña de la aceituna, pero nadie les alquila una vivienda, muchos patrones no tienen casas donde alojarlos, y el Ayuntamiento no abre instalaciones públicas para ellos.
Exhaustos del campo, tienen ahora que enfrentarse a la dura tarea de encontrar el lugar más cálido de la ciudad, ya que sus pertenencias deben salir durante la noche de la estación. Los cajeros, cocheras y parques son los más habituales. Muchos están acostumbrados al frío, algunos han pasado largas temporadas escondidos en los montes de Marruecos, pero el riesgo sigue siendo mortal.
La mayoría se alimenta en los comedores abiertos por Cáritas y la Cruz Roja, así lo ha asegurado a este medio Gerard, inmigrante malí. «Yo trabajo en la aceituna, pero no tengo donde vivir, aquí en la estación es desesperante, llevo semanas sin ducharme y mi ropa está sucia» denuncia este temporero que viene cada año de Francia, donde trabaja en la construcción, para la recogida de la aceituna.
Gerard cree que la población en el pueblo es racista y acusa a las instituciones de no abrir un lugar para acogerlos a todos. Los vecinos se ven enfrentados por la situación, incluso entristecidos por verlos en la calle. Algunos de ellos han pedido al Ayuntamiento de Úbeda, gobernado por el Partido Popular, que abriese las puertas del polideportivo municipal ya que el albergue para temporeros está completo.