Migrantes silenciados por el FRONTEX
A las tres de la tarde del 9 de mayo nos alertaban que dos barcazas de plástico con más de 80 migrantes, entre ellos menores y mujeres, estaban a la deriva tras salir de Marruecos en la ruta migratoria más peligrosa del mundo, el Mediterráneo.
Tras la alerta, Salvamento Marítimo salió de inmediato a su búsqueda, y tras 4 horas de intensos movimientos y aplicando las mejores medios humanos y técnicos eran localizados lo migrantes. El equipo de Salvamento rescata cada año a miles de vidas, sus trabajadores pasan días en la mar para que no se produzcan tragedias ante el cierre de fronteras por parte de la Unión Europea a los ciudadanos del continente africano, motivo que provoca gran parte del flujo clandestino.
A las 22:15 la Guardamar Polimnia llegaba al puerto de Motril (Granada) con los supervivientes de la ruta, que según la APDHA ha aumentado las muertes un 50% frente a costas andaluzas durante el 2015. Descalzos, empapados y exhaustos, así llegaron los migrantes que se abrazaban a las calidad mantas rojas ya en suelo europeo.
Al tocar tierra son los voluntarios de Cruz Roja sus primeros protectores. Su asistencia es básica, incluso para detectar casos de trata o asilo. Pero todo este espectro humanitario está custodiado, vigilado y controlado por la Guardia Civil y la Policía Nacional de España, los agentes escoltan durante todo momento a los migrantes, muchos ni se comunican pese al trauma del mar.
En la larga fila atendida por la Cruz Roja aguardan decenas de migrantes temblorosos, el frío y el miedo se apodera de ellos. Entre las mantas rojas y las pieles negras brilla la sonrisa de Abou, un joven de Guinea Conakry que emprendió hace más de un año su viaje a Europa. La instabilidad política, la falta de oportunidades ante el expolio, o el ébola, son algunos de los motivos que obliga a decenas de migrantes a cruzar hacia Europa.
“El viaje fue duro, estamos muy fatigados” relata a nuestros micrófonos, en ese instante el jefe de la policía nos lo dice claro “no podéis hacer eso”. Eso era una entrevista, una declaración de los migrantes, tratábamos de dar voz a esas personas, no queríamos relatar como el 100% de los medios de España que habían llegado 80 migrantes, queríamos saber su nacionalidad, su historia, su estado, acababan de sortear la frontera más sellada del mundo.
El agente es claro, nos explica que no podemos hablar con ellos “estas personas están detenidas y tienen que ser entrevistado en primer lugar por el FRONTEX”. La acción aparentemente humanitaria se vuelve real, los 80 migrantes eran detenidos y si volvíamos a hablar con ellos los siguientes éramos nosotros. Un agente nos invita incluso a no conversar con ellos, nos remitieron a informarnos a través de las fuentes oficiales que no contaron el 100% de la realidad del suceso.
A diferencia de otras naciones, incluso europeas, los rescatados pasan por asistencia médica, estudios personales, y centros de refugiados. En España tras una hora, y sin periodistas, los migrantes dormían en un centro de internamiento encubierto para luego ser trasladados a los CIE de Algeciras o Tarifa.
Seguramente no volveremos a saber de ellos, ni nosotros ni los agentes, unos podrán continuar su ruta al norte de Europa, otros serán expulsados, pero mientras las autoridades del FRONTEX sigan impidiendo que los periodistas puedan hacer su trabajo la realidad es que serán números frente a lo que de verdad son, seres humanos con nombre y apellidos.