Violento desalojo de subsaharianos en Orán

Ropa abandonada por las mujeres nigerianas tras el desalojo. / M.G
Ropa abandonada por las mujeres nigerianas tras el desalojo. / M.G

La policía Argelina de Orán, ciudad fronteriza con Marruecos y antigua colonia española, vivió en la tarde de ayer un desalojo forzoso de decenas de migrantes que dormían en la plaza de la catedral de la ciudad según la SNAPAP (Syndicat National Autonome des Personnels de l’Administration Publique).

Testigos citados por la asociación aseguran que los policial llegaron en varios autobuses vestidos de paisanos despertando a los migrantes en su mayoría mujeres y niños de origen nigeriano, estos últimos gritaban y lloraban, lo que alarmó a los vecinos.
Según testigos citados por el comunicado de la SNAPAP la policía propinó patadas y bofetadas a los migrantes que pernoctaban en la catedral de la ciudad argelina.

Argelia repatria por la fuerza a un grupo de mujeres y niños subsaharianos

En la actualdiad, Argelia es uno de los socios de la Unión Europea para la protección de la frontera sur en relación a los flujos migratorios, no obstante es frecuente que se realicen repatriaciones forzosas durante las noches contra los migrantes que generalmente terminan en actos violentos según los propios migrantes.

Parece que el informe publicado por parte de MSF en el que aseguraba que se ha intensificado las acciones violentas contra los migrantes también ha traspasado a Argelia que tiene como objetivo reducir esos flujos para no manchar la imagen de la Premio Nobel de la Paz. No obstante, este tipo de redadas son muy frecuentes en las zonas fronterizas de la UE como en Algeciras, Marsella o Palermo.

Unos 150 subsaharianos intenta saltar la valla de Melilla

Uno de los migrantes que salto la valla en el CEIP Pedro de Etopiñan. / Vecinos
Uno de los migrantes que salto la valla en el CEIP Pedro de Etopiñan. / Vecinos

Un grupo de 150 subsaharianos ha protagonizado esta madrugada, sobre las 06:00 horas, un salto masivo a la valla fronteriza de Melilla por la zona de Yasinen, próxima al Aeropuerto, pero tan solo unos 50 lograron entrar a la ciudad.

Unos diez migrantes requirieron de asistencia sanitaria por traumatismos de carácter leve, tras ser capturados, y dos guardias civiles sufrieron contusiones de distinta consideración uno de ellos al ser golpeados con un objeto de hierro por uno de los subsaharianos según la Delegación del Gobierno de Melilla.

Por otra parte, del grupo que rebasó la frontera, unos 30 aproximadamente se dirigieron al Aeropuerto causando daños en la valla de seguridad que circunda las instalaciones aeroportuarias, el resto se desperdigó por la ciudad. Los vecinos contaron que los migrantes entraron en diferentes colegios e institutos como el IES Enrique Nieto o el CEIP Pedro de Eopiñan, este último el profesorado les entregó agua y manzanas y continuaron su huida.

Tan solo unos 50 migrantes lograron entrar a la ciudad

Según los vecinos los migrantes corrían por la ciudad de Melilla semidesnudos, descalzos y con fuertes heridas en las manos a causa de la alambrada de espinos que hay sobre los seis metro de altura de la valla.

Otros vecinos contaron que los migrantes incluso entraron en urbanizaciones para no ser capturados por los agentes de la guardia civil. Un grupo de unos cinco entró en la urbanización del recién nombrado Consejero adjunto de la Presidencia, Javier González, quién indicó a los migrantes la forma de salir guiándolos hacia la Avenida Alfonso XII, cerca de la Guardia Civil, según informó un vecino y que no fue contrastado por la Delegación del Gobierno.

Este es el segundo salto masivo a la frontera entre España y Marruecos de centenares de migrantes que intentan llegar a Europa a través del enclave español en el norte de África.

Retorno voluntario

Folletos de información de retorno voluntario del Gobierno. / S.R
Folletos de información de retorno voluntario del Gobierno. / S.R

Pasé esta mañana por una oficina de empleo de la Junta de Andalucía en Málaga, entre el ambiente, siempre tedioso, rostros magrebíes y subsaharianos. Pero lo que más me sorprendió fue el estante de información que sitúan junto a la cola de Información.

Allí una foto de una mujer y su mensaje eran claros, “Si has decidido regresar”. Tomé el folleto donde vendían un retorno voluntario fomentado por el Gobierno de España. Esta iniciativa pretende “largar” lo antes posibles a los migrantes desempleados. Para el Gobierno el programa de retorno voluntario «ofrece la posibilidad de retornar a aquellas personas extranjeras, (inmigrantes, solicitantes de asilo, refugiados, personas con estatuto de protección de protección subsidiaria), que manifiesten su deseo de volver a su país de origen y que cumplan los requisitos establecidos».

Concretamente el Ministerio de Trabajo e Inmigración anticipa un abono acumulado de las prestaciones contributivas del desempleo reconocido al migrante para que este pueda comprar “del tirón” el billete y los desplazamientos hacia su destino de origen.

Y es que esta iniciativa, que me en muchos casos puede ser muy útil, es a la vez contradictoria ya que los más cinco millones de inmigrantes no suelen acogerse a estas iniciativas ya que cobran el paro para seguir sobreviviendo en España ya que sus familias se han asentado e integrado en la vida cotidiana de este país.

Sin embargo, este ministerio no ha puesto ni un granito de arena para el “retorno voluntario” de los cerca de tres millones de migrantes españoles que viven fuera, sin contar los jóvenes no censado en los países de la Unión Europea, que no son migrantes sino aventureros como comentó la responsable de Inmigración Marina Corral.

España vive un éxodo de sus ciudadanos y sus migrantes ya no solo por la ausencia de puestos de trabajos sino por medidas desafortunadas que quieren denigrar al flujo natural de los seres humanos. Pero para seguir adelante es necesario personas formadas que evolucionen una nueva etapa de prosperidad, los jóvenes formados tienen esa posibilidad y han dejado este país para buscar destino en América, Norte de África y sobre todo UE.

Los migrantes miran a Europa

Migrantes aguardan a las puerta de la Jefatura de la Policía de Melilla solicitando ser trasladados a la península. / J.P
Migrantes aguardan a las puerta de la Jefatura de la Policía de Melilla solicitando ser trasladados a la península. / J.P

Llegar a España es un objetivo principal para millones de personas en toda África, sin embargo la gran parte de estos migrantes su destino no es la península sino el resto de los países de la Unión Europea.

El movimiento natural de personas se ha producido desde antaño, pero en las últimas décadas España ha sido uno de los principales países receptores de migrante no obstante la crisis y el propio éxodo de migrantes del país están convirtiendo a España en un país de paso para las migraciones.

Uno de los datos que puede reflejar este fenómeno es la afiliación a la Seguridad Social de ciudadanos extranjeros, que descendió en el primer mes de 2013 en 45.495 ocupados, lo que equivale al -2,76%. En términos anuales, la evolución de la tasa de afiliación de personas de procedencia extranjera continúa siendo negativa y muy por encima de la del total de empleados.

La variación anual entre el colectivo registró una bajada del -5,31% (-89.831) frente al -4,59% del conjunto del Sistema. Ambos indicadores revelan que se mantiene la tendencia ya apuntada en los meses anteriores, en el sentido de que la pérdida de empleo está afectando con mayor intensidad a los trabajadores extranjeros que a los nacionales.

Y es que de los entorno a seis millones de extranjeros que viven en España 1.600.355 están trabajando de forma legal. No obstante, la meta de arribar a España sigue siendo el objetivo, ya sea por las costas a través de embarcaciones o por los enclaves españoles de Ceuta y Melilla, sobre todo este segundo donde en sus alrededores aguardan la mayoría de migrantes subsaharianos con destino Europa.

Los países de la región del subsahara siguen siendo las zonas que más inmigración de riesgo provoca, ya que la mayoría expone su vida y su capital para conseguir su objetivo bajo ningún otro concepto. Pero su destino son muy diversos como Alemania, Francia, Holanda o incluso Noruega, como afamaban algunos migrantes en mi última visita a la ciudad autónoma de Ceuta.

Policía asegura que la reducción de las llegadas irregulares…

Cosidó durante la inauguración de la II Conferencia de Directores de Academias o Centros de Formación Policial o de Seguridad de la cuenca sur del Mediterráneo

El director general de la Policía, Ignacio Cosidó, dijo durante la inauguración de la II Conferencia de Directores de Academias o Centros de Formación Policial o de Seguridad de la cuenca sur del Mediterráneo que la excelente colaboración policial entre los países vecinos, especialmente Marruecos y Argelia, ha repercutido en el descenso en un 30% de las llegadas irregulares de inmigrantes a España durante el pasado año, rompiendo la tendencia al alza de 2011.

Este ciclo de ponencias cuenta con 58 asistentes, entre ellos directores y mandos de academias y centros de formación policial de la Unión Europea, Argelia, Israel, Jordania, Líbano, Marruecos, Egipto, Túnez y la Autoridad Nacional Palestina. Unas conferencias que están enmarcadas en el Proyecto EUROMED Police III que apuesta por la formación como estrategia para luchar contra la trata. El director de la Policía española ha destacado la importancia de la colaboración entre los países del entorno Mediterráneo para ofrecer una respuesta eficaz contra amenazas comunes como el terrorismo, el crimen organizado o el tráfico de seres humanos. Cosidó ha señalado que “entre todas las amenazas que compartimos, no existe una más terrible que el tráfico de seres humanos, una nueva forma de esclavitud que constituye una de las grandes lacras de la comunidad internacional actualmente”.

El director de la Policía ha reiterado el compromiso en la lucha contra las redes de tráfico de seres humanos. La Policía Nacional ha investigado en el último año casi 3.000 redes criminales relacionadas con la trata de seres humanos y vinculadas a su explotación sexual o laboral, y han detenido a 5.000 personas. Cifras que, según Cosidó, ofrecen una idea de la dimensión del fenómeno pero también de la determinación y eficacia policial para enfrentarse a esta amenaza. El director ha destacado también que “la experiencia demuestra que es mucho más eficaz trabajar de forma concertada sobre las fronteras de las que parten estos flujos ilegales que sobre las fronteras de llegada”. Durante su intervención, Cosidó ha incidido en la importancia de la inteligencia policial y la formación de los agentes para combatir las redes de tráfico de seres humanos.

El ancho Estrecho

Policías trasladan a un migrante argelino a Ceuta. / S.R

Apenas llevaba horas en mi nuevo viaje al norte de África y los asuntos migratorios volvían a mi agenda. Eran las 13:00 del día 22, subía al barco Alborán de la compañía Transmediterranea que me transportaría a Ceuta. Controles rutinarios y embarque con su correspondiente retraso mediterráneo, en el barco todos se acomodaban pero cada vez se intensificaban la presencia de agentes de la Policía Nacional vestidos de paisanos con chalecos identitarios.

En Proa había un vestíbulo cubierto con cortinas, mi sorpresa fue ver a muchos más policías. Estos escoltando a unos 20 “presos”, ya que iban esposados. Se trataban de ciudadanos de origen subsaharianos y magrebíes, sobre todo argelinos. Muchos me llamaban para hablar conmigo, lógicamente la policía lo evitaba. En el baño del barco un agente respondía a mi pregunta sobre su destino, “Estos van fuera” comentaba, y es que habían sido localizados en la península y eran trasladados a Ceuta en un autobús. Este tipo de actuaciones son carísimas y no suponen una reducción del flujo migratorio, en 2012 el estado español se gastó 25 millones para repatriaciones forzosas según datos de la APDHA.

Al ver la estampa pensé que volvería a vivir lo que ocurrió en octubre de 2012 en Melilla, sin embargo nada era igual. Muchas menos migraciones, y los alrededores de la ciudad de Ceuta no se veían ciudadanos esperando saltar la valla o arribar a la ciudad autónoma. En el Tarajal los ciudadanos pasaban sin problemas, salvo los burocráticos. Al salir se mostraba la cara más turística de Marruecos. Muy distinto a la caótica Beni Enzar en Nador.

Al día siguiente, en la ciudad de Cádiz se presentaba el informe que meses llevaba esperando, el nuevo informe sobre migraciones en la frontera sur, uno de los más relevantes. Allí se confirmaba lo evidente, en 2012 se habían duplicado los migrantes que han lograban entrar en Melilla (2105 este año frente a los 1039 el año pasado) al tiempo que disminuían las entradas a la ciudad de Ceuta (756 este año frente a los 1258 el año pasado).

El mediterráneo se cobró más de 200 vidas en 2012 con el simple reto de llegar a Europa

Estos cambios se debían a dos situaciones, por un lado Melilla está mucho más cerca de la frontera con Argelia (País más rico del Magreb), y es de allí de donde proceden en los últimos años los flujos migratorios, y no solo subsaharianos sino de Argelia, que ya representan el 20% de la inmigración ilegal hacia España. Por otro lado, la cercanía de la ciudad de Oujda con Melilla también es un factor a tomar en cuenta, y es que Marruecos y Argelia verten a los migrantes en esta ciudad donde los abandona a su suerte y entran en tierra de nadie en un “marrón” que ni las autoridades argelinas y marroquíes responden.

En el caso de Ceuta, el blindaje del paso del Tarajal por parte de Marruecos, que el año pasado contempló a centenares de inmigrantes subsaharianos entrar a nado en Ceuta, es uno de los motivos. Sin embargo, la recuperación económica del norte de Marruecos y la afluencia de turistas han hecho de esta zona de unas las más ricas del país, y es que la cultura Andalusí atrae a centeneras de personas, incluso estas ciudades sufren fuertes migraciones de ciudadanos del sur de Marruecos que buscan oportunidades en el norte.

Lo cierto es que los esfuerzos que gastan las autoridades de la UE para frenar las migraciones son altísimos y no suponen una reducción notoria ya que las personas migran desde siempre, y es una técnica natural de mundo contemporáneo, por lo que combatir suponen peores riesgos, tal es el caso que el mediterráneo se cobró más de 200 vidas en 2012 con el simple reto de llegar a Europa, muertes con sello de la Premio Nobel de la Paz.

Voces del Gurugú

Un joven migrante bebe agua en el monte, al fondo la ciudad autónoma de Melilla. / Anna Surinyach MSF

Hoy quiero compartir con todos vosotros este reportaje de Médicos Sin Fronteras, esta organización es de las pocas que trabaja en el Gurugú atendiendo a los migrantes que intentan llegar al enclave español de Melilla. En mi visita al Gurugú tope con ellos que subían a atender a los jóvenes subsaharianos que habían intentado saltar la valla días antes:

Llegan sin aliento y empapados, el sudor confundido con la lluvia, derrotados. Han corrido monte Gurugú arriba bajo el aguacero, algunos cojeando, embarrados regresan a casa, bajo los árboles, después de una nueva intentona infructuosa de saltar la valla de Melilla. En la vecina Nador, en el Gurugú, un monte amable de pinos y bosque bajo, habitan en campamentos improvisados varios centenares de migrantes subsaharianos, a la espera de la ocasión para entrar a Europa. Encajonados en el país alauí, sin poder avanzar y sin poder regresar a sus países, denuncian el acoso constante de las fuerzas de seguridad marroquíes, la violencia que emplean para impedirles saltar la valla -que hacen extensible a la Guardia Civil-, las deportaciones a la frontera con Argelia y la imposibilidad de trabajar en Marruecos, un país que se ha convertido en un callejón sin salida, el destino forzado de hombres y mujeres africanos que miran a Europa porque tiene que haber algo mejor que lo que dejan atrás. Y que lo que viven ahora.

“Hemos estado toda la noche esperando, toda la noche nos ha llovido, al lado de la valla, esperando la ocasión, pero no ha sido hasta la mañana que ha surgido. No ha sido posible, no ha pasado nadie”. Mussa tiembla en el frío de noviembre. “Éramos más de cien. A mí los militares me han dado con una piedra en la cabeza. En la valla se han quedado unos veinte, con los pies atrapados en el alambre de espino, los hemos tenido que dejar, les estaban pegando”. Tiene 25 años, es de Malí y llegó a Marruecos hace un año. Esta ha sido su segunda intentona.

Son todo hombres jóvenes, la mayoría de países de África Occidental que aseguran haber salido de sus países por falta de recursos económicos, por la inexistencia de trabajos, por la corrupción, porque son responsables de familiares, hermanos, madres que han dejado atrás, malviviendo. “No he podido enviar nada a mi madre, a mi tres hermanos pequeños desde que he llegado aquí”, se lamenta Mussa. Asegura que seguirá intentado pasar a través de la valla. El Estrecho le da miedo. Se hizo al mar en una barca de recreo, “de las que hinchas soplando”, que compró a duras penas con unos cinco compañeros. Dos de ellos se ahogaron.

Algunos, más habituados, con más intentos a la espalda y más cicatrices, incluso ven con normalidad el papel de las fuerzas de seguridad: “cada uno tiene su trabajo y el de los militares marroquíes es que no crucemos. El de la Guardia Civil, que no entremos. Te empujan y cuando te atrapan, -y no acuso a nadie, es la voluntad de Dios-, pues ya se sabe, son militares. Cuando se acaba la intentona, hay gente con brazos o piernas rotos. Si consigues, entrar en las vallas, entonces es el turno de la Guardia Civil”. Se hace llamar Jack Bauer, como el protagonista de la serie 24 y habla con experiencia: 10 intentonas.

“Las condiciones de vida aquí nos empujan a la valla. Dormimos en el suelo, comemos frutos, lo que conseguimos en la basura, tenemos que pedir”, denuncia Mussa. En el monte, buscan enclaves estratégicos para asentarse, agrupados por países de procedencia, por lenguas comunes. En invierno hacen fogatas, para calentar agua y hervir algo de té, para mezclar con harina y conseguir algo de calor. Duermen enfundados en plásticos para protegerse de la humedad.

El campamento de Abdou está alejado de la carretera, a unos veinte minutos de terreno escarpado, donde un repecho hace algo de cueva. La policía no llega allí tan fácil, “aunque también llega”. Abdou llegó hace dos meses al Gurugú, hace un año que salió de Ghana. Tiene 21 años y le gustaría llegar a algún país europeo donde pudiera acabar sus estudios para ser profesor, “es mi única oportunidad, no puedo volver a mi país”. Sus compañeros bajan al mercado de Nador a mendigar. El lo hace poco, “no me gusta como me hace sentir por dentro, y a veces te insultan, así que buscamos comida en la basura. Cuando no mendigo, a cambio me encargo de subir hasta la montaña lo que encontramos, lo que podemos comprar, arroz, si juntamos algunos dirhams”. Abdou tiene mucho miedo a la policía “y es por eso, porque les tengo tanto miedo, que no me han cogido”.

Los migrantes se quejan de no poder trabajar en Marruecos y de que si alguna vez alguien los contrata, los estafan. Cobran 20 dirhams al día (2 euros), “o no nos pagan y entonces nos amenazan con denunciarnos a la policía”, lamenta Mussa. También son con frecuencia objetivos de criminales y bandidos: no pueden acudir a la policía, no pueden denunciar, “los ladrones vienen con cuchillos y te roban, te dicen que les des la comida, el dinero, el móvil. Si no, te hacen daño”, corrobora Abdou.

Son pocos los que quieren dar su nombre real, los que quieren enseñar su cara a la cámara. Hay miedo. Se quejan de que el acoso policial, las redadas en el monte, se están haciendo cada vez más rutinarias, los arrestos y las deportaciones, por lo tanto, también.

Abdou cuenta que cinco de sus compañeros fueron arrestados el día anterior en el mercado y deportados a la frontera. Los deportan en grupos de veinte o treinta, explica. Una vez allí, se les obliga a dirigirse hacia Argelia, a abandonar Marruecos. Los soldados argelinos por su lado, les impedirán pasar, disparando al aire. Volverán a Marruecos. De la frontera tardarán entre cuatro y seis horas -si conocen el camino- en llegar a Oujda, posiblemente la primera ciudad con la que se encontraron cuando llegaron por primera vez a Marruecos, y de ahí unos dos días de regreso a Nador. El ciclo completado, volver a empezar y seguir intentando.