Inmigración

La princesa de Marfil

Un niña de Costa de Marfil a su llegada a Málaga. / S.R
Un niña de Costa de Marfil a su llegada a Málaga. / S.R

Acaba de llegar, y ni se les ocurre regresar. Esa sonrisa no solo representa la infancia sino el reto de una familia que sacó a esta princesa junto a su madre de Costa de Marfil.

Hoy ha pisado Europa, ese continente que ella ni imagina, pero que su madre vio lejos durante años, y tras llegar en patera a Melilla ahora ya están a salvo.

En 2011 Abiyán vivió uno de los enfrentamiento armados más violentos tras unas elecciones complejas que enfrentaron a gubernamentales y oposición y que generaron el miedo y el terror entre sus calle. Un conflicto que tomó tintes bélicos con la intervención francesa.

De ese desastre no solo huyó esta princesa, también Letizia de siete años. Ella junto a su madre recorrió miles de kilómetros para llegar a Melilla, un viaje que me cuenta y que para ella fue «precioso». Aunque huérfana de padre Letizia llegó a la ciudad autónoma junto a su madre, allí llevan meses esperando un pase a la península.

En ese tiempo le ha dado tiempo para crecer, ver las migraciones desde dentro y aprender español. Aunque pasó miedo en la patera, ahora tiene las cosas claras. «Quiero trabajar un poquito, conseguir algo de dinero, y hacerle una casa bonita a mi mamá», un reto que le aguarda, pero que también sabe que para ello estudiará.

Feliz mientras desayunaba en la sede Cruz Roja en Málaga, esta pequeña apenas es consciente que estaba dentro de una lista de traslados. Un total de 63 inmigrantes de varias nacionalidades han llegado hoy al puerto de Málaga procedentes de Melilla con el objetivo de aliviar la situación del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de esa ciudad autónoma, que continúa saturado.

Treinta de ellos han sido acogidos por la Cruz Roja, un grupo en el que había catorce niños, con edades hasta los 7 años, mientras que entre los adultos sólo dos varones y las catorce restantes son mujeres.

Inmigración

El salto migratorio a Europa

El brazo herido de Doumantaine en la sede de Cruz Roja en Málaga. / S.Rodrigo
El brazo herido de Doumantaine en la sede de Cruz Roja en Málaga. / S.Rodrigo

Casi dos millares de inmigrantes aguardan en Melilla su oportunidad de llegar a la Península tras saltar la valla que les retiene en el enclave español a la espera de una autorización que les permita viajar a Europa, como lo hacen en las últimas semanas muchos subsaharianos a través de la conexión con Málaga.

A las ocho de la mañana un barco llega a Málaga, «El Melillero», dentro de el esconden miles de historias entre los dos lados de la orilla, pero hoy además traslada a decenas de inmigrantes que al llegar jalean «por fin, Europa», otras como Bety llama a sus familiares desde su teléfono móvil: «estoy en España».

Honore es un joven camerunés de 22 años, acaba de pisar tierra en Europa, los primero que ve después de esperar cuatro meses en Melilla es el puerto de Málaga, tras un viaje de años que le llevó a atravesar el desierto del Sahara por Argelia para huir de la situación de su país.

Como muchos subsaharianos saltó la alambrada fronteriza, y aunque asegura que su viaje se ha visto estancado se alegra de haber estado en Melilla porque según declara a Efe «la policía en Marruecos nos hacía daño», pero apostilla su temor a la Guardia Civil, la cual le expulsó en uno de sus intentos de llegar a Melilla.

«Lo hemos pasado muy mal en el Gurugú- monte marroquí fronterizo con Melilla- no teníamos nada que comer ni de beber», señala este camerunés que asegura que le gustaría quedarse en España, «mi sueño es estudiar mecánica».

Ahora viaja a un centro de acogida de Cruz Roja en Puente Genil (Córdoba) con apenas equipaje y con diez euros, donados, en el bolsillo y junto a otros compañero de viaje como Doumantaine, originario de República Centro Africana.

Este joven de treinta años llevaba tres meses en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla, pero ya tiene los pies en Europa, «gracias a dios» dice en español al recordar su experiencia en los montes fronterizos en Marruecos.

«Cada día en Melilla me acordaba de lo que hemos pasado en el Gurugú», señala a Efe este inmigrante que presenta una fractura en su brazo izquierdo y varias heridas ocasionadas por su salto a la valla y por las concertinas.

«Ahora lo que quiero es trabajar, me da igual lo que sea, no tengo problema», destaca el inmigrante que viene del corazón de África y que pretende buscar sus espectativas de su sueño europeo en Madrid.

Pero la mayoría no es su destino España, sino Francia, así lo afirma a Efe la referente del Área de Inmigrantes y Refugiados de Cruz Roja en Málaga, Patricia Chinchilla, quién ha destacado que el motivo puede ser el idioma y que entiende «que allí tiene más salida desde un punto de vista laboral».

Puedes continuar leyendo este reportaje de la Agencia EFE aquí

Inmigración

El salto a Melilla llega a Málaga

El brazo herido de Doumantaine en la sede de Cruz Roja en Málaga. / S.Rodrigo
El brazo herido de Doumantaine en la sede de Cruz Roja en Málaga. / S.Rodrigo

Son las ochos de la mañana y suena el clamor de un buque, es «El Melillero», que como cada día llega al puerto de Málaga, pero hoy con sesenta y un inmigrantes subsaharianos, entre ellos once mujeres, como medida para aliviar la situación límite que vive el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), que sigue muy saturado tras los últimos saltos a la valla.

Entre ellos se encuentra Doumantaine, originario de República Centro Africana y con treinta años, llevaba tres meses en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla, pero ya tiene los pies en Europa, «gracias a dios» dice en español al recordar su experiencia en los montes fronterizos en Marruecos.

«Cada día en Melilla me acordaba de lo que hemos pasado en el Gurugú», señala este inmigrante que presenta una fractura en su brazo izquierdo y varias heridas ocasionadas por su salto a la valla y por las concertinas.

«Ahora lo que quiero es trabajar, me da igual lo que sea, no tengo problema», destaca el inmigrante que viene del corazón de África y que pretende buscar sus espectativas del sueño europeo en Madrid.

Varios inmigrantes a su llegada al puerto de Málaga. / S.Rodrigo
Varios inmigrantes a su llegada al puerto de Málaga. / S.Rodrigo

Tras pasar sobre una hora en la sede de la ONG en Málaga, un grupo de indocumentados han sido trasladados en vehículos al centro de acogida de Puente Genil y Baena, y otros han sido acompañados a la estación de autobuses para ir en medio público hacia Valencia.

A partir de ahora pueden moverse en libertad a espera de una orden, pero es el momento de poner en practica su deseado cambio de vida que tras un duro viaje ahora es realidad.

Inmigración

Alborán, salvavidas de las migraciones entre África y Europa

El islote de Alborán fotografiado desde un avión. / Google
El islote de Alborán fotografiado desde un avión. / Google

La isla de Alborán es un islote español de origen volcánico, que pertenece administrativamente a la provincia de Almería, comunidad de Andalucía,1 si bien el faro está adscrito a la Autoridad Portuaria de Málaga.

Se encuentra en el mar Mediterráneo, a mitad de camino entre el litoral de dicha provincia y el norte de África.

Debido a su gran valor estratégico, a mediados de los años sesenta del siglo XX se produjeron varios intentos de supuestos barcos de pesca soviéticos de establecer un asentamiento estable en Alborán, lo que motivó al Ministerio de Defensa a establecer en la isla un destacamento permanente de la Armada Española para el control y protección de la misma.

Sin embargo, el islote se encuentra «entre fronteras» lo que permite a los migrantes huyen de África tocar suelo español en un trayecto más corto entre las costas de Marruecos y Argelia con Andalucía.

Alborán es un punto intermedio o una válvula de escape para la peligrosa travesía, sin embargo apenas llega información de lo que ocurre en este islote donde ayer Salvamento Marítimo,prestó asistencia a una patera con 51 ocupantes -5 niños, 13 mujeres y 33 hombres- localizada a unas 3 millas.

Los inmigrantes, todos de origen subsahariano y en aparentes buenas condiciones, desembarcaron en la isla y posteriormente la Salvamar Denébola los ha embarcado para trasladarlos hasta Almería.

Este enclave de unos 71.200 m² es un pequeño salvavidas para muchos migrantes, pero que antes las ilegalidades simultáneas que el Gobierno de España ha realizado tanto en otros islotes como «Isla de Tierra» o las acciones denunciadas por ONG en la valla de Melilla, genera una confusión (opinión) que desvirtúa las labores humanitarias de los agentes a los inmigrantes que intentan llegar a Europa.