Exteriores

El Nobel de la Paz prepara la guerra

El presidente de los EEUU, Barack Obama, en el despacho oval. / whitehouse.gov
El presidente de los EEUU, Barack Obama, en el despacho oval. / whitehouse.gov

EEUU ya apunta sus misiles hacia Siria, y es que el último supuesto ataque con gas serín que analiza la ONU ha conmocionado a las potencias militares que pretenden atacar, aún sabiendo que una chispa de fuego puede quemar una de las regiones más inestables del planeta.

Obama, el premio Nobel de la Paz, busca estos días apoyos en la zona para no gestionar solo un acción militar que perjudique su agenda exterior. En concreto, plantea varias maniobras, inminentes, de pocos días que debiliten al régimen sirio facilitando el acceso de la oposición y el cese del armamento químico.

El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha explicado que sus inspectores necesitan cuatro días en Siria para concluir su investigación y después tendrán que analizar los hallazgos e informar al Consejo de Seguridad, algo que retrasaría este golpe militar.

La OTAN ya ha declarado en un comunicado que «cualquier uso de este tipo de armas [químicas] es inaceptable y no puede quedar sin respuesta», a lo que el representante especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria, Lakhdar Brahimi, dijo que «una acción militar contra ese país debe ser autorizada por el Consejo de Seguridad», e insistió en la continuación de los esfuerzos políticos para poner fin al conflicto.

Con este gesto, Obama se ha convertido en el premio Nobel de la Paz que más conflictos internacionales ha solucionado a través del uso de acciones militares, algo que estos días ha indignado a muchos ciudadanos. Sin embargo, la organización del título no se ha planteado inhibirlo.

En esta ocasión una estrategia militar desafortunada llevaría al Nobel de la Paz a ocasionar una guerra internacional, ya que se enfrentan dos potencias conflictivas en la zona. Por un lado, el vecino Israel, socio de Estados Unidos, y por otro Irán, socio de Rusia. Ambos buscan soluciones pero sus alianzas siguen amenazando.

Hay que recordar que el gran error de este conflicto es el actual presidente sirio Bashar al Asad, que se ha mantenido en el poder y no dimitió cuando tuvo que hacerlo, es decir, cuando la población siria salió a las calles reclamando su renuncia. Parte de la culpa sigue siendo de Rusia, y es que debería haber frenado a su socio en el más que demostrado aniquilamiento de la población civil. Además, una paz liderada por Rusia, incluso apoyada por los no alineados, habría acabado con la situación y garantizado sus intereses económicos y su base militar en el Mediterráneo.

La «inminente intervención» de los países occidentales, liderada por Obama, puede poner fin al conflicto pero el dolor y el drama no cesará en un pueblo inmerso en la violencia entre civiles y abocados al exilio. Actualmente casi dos millones de refugiados, la mitad menores, han huido hacia países vecinos desde que estalló la violencia en marzo de 2011, y se estima que otros 4,25 millones de sirios están desplazados dentro del país, aunque el número de los afectados por la guerra es aún mayor.

Siria se ha convertido en un tormento internacional donde las potencias militares no ven oportunidad para frenar las terribles violaciones de derechos humanos y el sufrimiento hacia personas que pierden constantemente la vida. La paz en Siria es necesaria para la región, pero una intervención internacional puede ser la mecha que prenda la región.

Andalucía

Los conflictos bélicos y la hambruna empujan a los…

Fotografía usada en la publicación del reportaje. / ElDiario.es
Fotografía usada en la publicación del reportaje. / ElDiario.es

Las costas andaluzas viven esta semana un flujo continuo de inmigrantes motivado por factores como los conflictos bélicos, la hambruna o la persecución policial en el norte de Marruecos y, en algunos casos, el sueño de ser futbolistas, y en otros, la necesidad de escapar de una muerte segura.

Los más de trescientos inmigrantes subsaharianos que han llegado estos últimos días a Tarifa (Cádiz) tienen ahora que definir su futuro tras ser interceptados, y la mayoría buscan mejorar sus vidas en países europeos, mientras que otros buscan protección internacional empujados por la hambruna en el Sahel o los conflictos armados.

El camerunés Brice Bobby, que llegó en balsa a Tarifa, ha asegurado a Efe que quiere llegar a Alemania, donde vive su hermano, porque «allí no hay crisis», y su compatriota Petgou, que ha viajado en la balsa junto a su mujer embarazada de siete meses, ha afirmado que su objetivo es huir de «la crisis permanente de África».

Los subsaharianos más jóvenes tienen otros sueños, como jugar al fútbol en el Barcelona o el Real Madrid, y es que muchos de estos inmigrantes son deportistas profesionales en sus países, como es el caso del camerunés Jaime, de 18 años, que ha señalado a Efe que ha venido a España para jugar al fútbol.

Otros, como Daniels Bisong, ya interno del CIE de Tarifa, está huyendo del conflicto armado en Congo, en el que murieron los ocho miembros de su familia.

Cuando llegó a Marruecos intentó ir a Melilla saltando la alambrada, pero dice que fue expulsado, tomó la patera «tras intentarlo todo por llegar a Europa» y pasó «mucho miedo».

Puedes continuar leyendo mi reportaje para la Agencia EFE en ElDiario.es 
Inmigración

Huyendo del Congo

Daniels junto a un voluntario de Cruz Roja al llegar de su travesía en barco. Marcos Moreno/ AFP
Daniels junto a un voluntario de Cruz Roja al llegar de su travesía en barco. Marcos Moreno/ AFP

Tarifa está viviendo estos días lo que las autoridades españolas ha considerado una oleada de pateras, pero que simboliza una vez más las consecuencia de los frenos al flujo migratorio.

El pueblo gaditano ha continuado su rutina turística mientra decenas de personas se jugaban las vidas en el estrecho, el tarifeñio está acostumbrado al suceso pero los turistas incrementan su curiosidad fotografiando a los recién llegados.

Separada de esas playas turísticas el Ministerio del Interior instaló el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) en el antiguo cuartel de Isla Paloma, desbordado estos días es un lugar antiguo con forma de cárcel pero con custodios muy humanos.

Entre los internos de Isla Paloma que hacen deporte en el patio se esconde la historia de Daniels Biong, un joven de unos treinta años que llego el pasado 13 de agosto desde el Congo en un travesía en balsa de plástico.

Su voz es tenue, su rostro desprende cansancio, sus palabras muestran la ansiedad de vida desafortunada y sus ojos lagrimosos la verdad de una historia.

Lleva meses viajando por África, cuando llegó a Marruecos intentó ir a Melilla saltando la alambrada fronteriza pero según asegura fue expulsado in extremis por la Guardia Civil. «Tome la patera con nueve amigos tras intentarlo todo por llegar a Europa» comenta Daniels quién tiene previsto migrar a Francia.

Su destino ahora es incierto pero garantiza que no puede volver al Congo, donde el conflicto armado acabó con los ocho miembros de su familia y con su sonrisa. No sabe si solicitar asilo político ya que no tiene conocimientos de español, ni conoce los procedimientos, asegura estar desamparado y que tras el miedo sobre la balsa solo se aferra a dios.

Durante mi visita a Daniels solo pedía a Dios que no fuese expulsado a Marruecos, allí asegura haber pasado el peor de los calvarios de su viaje.

Ahora solo le queda esperar que la justicia española determine su futuro, pero el mantiene la esperanza de poder continuar su viaje.